INTRODUCCIÓN
Hoy en día, el lenguaje popular está lleno de
falacias debido al poco conocimiento de lo que son estas. Por otro lado algunas
personas las usan para convencer, confundir o conseguir algo, pero algunos o
muchos de estos lo usan sin saber que están haciendo uso de las falacias, es
por eso que buscamos conocer más sobres estas formas de razonamiento ilógico. Como
principal problema en el presente trabajo de investigación es lograr el conocimiento
de que son y cuáles son los tipos de falacias que existen hoy en día. Como
objetivos tengo que lograr el conocimiento amplio pero preciso de lo que son
las falacias, identificar cuáles son los tipos de falacias más comunes en tanto
en la vida laboral como en la vida cotidiana. La importancia de llegar a
conocer e identificar lo que es una falacia radica en que una vez dominado este
tema se puede poner en práctica tanto en la vida cotidiana como en la vida
laboral. Si queremos dominar el juego de ajedrez, de futbol o de cualquier
otro, conviene estudiar no solo las tácticas que formulan los expertos, sino también
los movimientos que hacen los jugadores con menos: siempre podemos aprender de
los errores. Al percatarnos del por qué esos razonamientos defectuosos, podemos
perfeccionar nuestra capacidad para distinguir entre un buen razonamiento y un
razonamiento deficiente.
Una falacia es un argumento mal construido, y
por tanto, no aporta nada a favor o en contra en una discusión. Como se puede
esperar, conocerlas y saber dónde fallan ofrece una ventaja muy importante
durante un debate, ya que rebatir al contrario se convierte en un juego de
niños. Una razón más para estudiarlas, es que ellos las utilizarán cuando deban
adoptar una posición insostenible. Puesto que la filosofía se dedica en gran
medida al estudio de las falacias, no es extraño que se ataque y se debilite su
papel en las escuelas. El que los maestros enseñen a pensar va contra su
interés. Algunas falacias tienen como objetivo desviar la atención del oyente
del punto crítico, donde el argumento se desmorona. Otras son válidas en
algunos casos, pero se usan en casos donde no lo son. Para ser justos, no todo
el que usa una falacia lo hace con ánimo de engañar, pero es muy probable que
las que vea en discursos y editoriales. Puesto que cada uno puede tener su
propia idea de lo que es un argumento, no está de más dejarlo claro aquí: un
argumento consta de una colección de hechos, teorías y suposiciones, llamados
premisas, y una afirmación derivada de la observación de las premisas, la
conclusión. Un argumento es sólido si el cumplimiento de todas las premisas
implica que la conclusión es cierta. Un argumento es falaz si el hecho de que
las premisas se cumplan (o no) no valida (ni invalida) la conclusión. Los
argumentos se dividen en dos clases - deductivos e inductivos - dependiendo de
si intentan establecer una conclusión a partir de las premisas, o una premisa a
partir de las conclusiones. Por hoy, sólo mencionaré que hay que tener mucho
cuidado con los argumentos inductivos, pues al poder manipularse con mayor
facilidad, son más propensos a ser usados por los que profesionales de la
desinformación.
En este trabajo podremos conocer algunos de
los miles de “falacias” que existen, su uso, su interpretación, cómo y en donde
se encuentra.
DESARROLLO
LAS FALACIAS
En lógica, una falacia es un argumento que parece
válido, pero no lo es. Algunas falacias se cometen intencionalmente para
persuadir o manipular a los demás, mientras que otras se cometen sin intención
debido a descuidos o ignorancia. En ocasiones las falacias pueden ser muy
sutiles y persuasivas, por lo que se debe poner mucha atención para
detectarlas. El que un argumento sea falaz no implica que sus premisas o su
conclusión sean falsas. Un argumento puede tener premisas y conclusión
verdaderas y aún así ser falaz. Lo que hace falaz a un argumento es la
invalidez del argumento en sí. De hecho, inferir que una proposición es falsa
porque el argumento que la contiene por conclusión es falaz es en sí una
falacia conocida como argumento ad logicam.
El estudio de las falacias se remonta por lo
menos hasta Aristóteles, quien en sus Refutaciones sofísticas identificó y clasificó
13 tipos de falacias. Desde entonces, cientos de otras falacias se han agregado
a la lista y se han propuesto varios sistemas de clasificación. Las falacias
son de interés no solo para la lógica, sino también para la política, la
retórica, el derecho, la ciencia, la religión, el periodismo, la mercadotecnia,
el cine y, en general, cualquier área en la cual la argumentación y la
persuasión sean de especial relevancia.
Definiciones
Todavía no hay acuerdo sobre la mejor
definición de falacia y existen muchas propuestas que rivalizan entre sí. En
1970, Charles Hamblin publicó una obra seminal titulada Falacias, que rastrea
el desarrollo de la noción desde Aristóteles hasta mediados del siglo XX y
concluye que la definición estándar de falacia es «un argumento que parece
válido, pero no lo es». Autores posteriores como Ralph Johnson y Hans Hansen
cuestionaron esta conclusión y propusieron definiciones alternativas, mientras
que otros autores, como Douglas Walton, defendieron la aproximación de Hamblin.
Algunas definiciones alternativas a la de
Hamblin hacen énfasis en las fallas lógicas de las falacias. Por ejemplo,
algunos definen a las falacias como argumentos deductivamente inválidos o con
muy poco apoyo inductivo. El problema con esta definición es que algunas
falacias consisten en argumentos deductivamente válidos, cuya falla está en
otra parte, por ejemplo el falso dilema o la petición de principio. Algunos
enmiendan esta definición agregando que los argumentos no falaces, además de
tener validez deductiva o apoyo inductivo, deben tener premisas verdaderas y
bien justificadas, y no caer en la petición de principio. Esta definición tiene
la ventaja de que incluye a los falsos dilemas y a las peticiones de principio
como falacias, pero tiene la desventaja de que también incluye como falacias a
muchos argumentos legítimos, por ejemplo argumentos científicos del pasado que
tenían premisas falsas, pero que sin embargo eran argumentos muy serios y bien
intencionados. Van Eemeren y Grootendorst proponen una definición
«pragma-dialéctica», en la que las falacias se conciben como violaciones de las
reglas de la discusión. Así por ejemplo, si una regla de la discusión es no
atacar al oponente a nivel personal, se sigue que todo argumento ad hominem es
falaz. Una dificultad con esta aproximación sin embargo, es que no hay acuerdo
sobre la mejor manera de caracterizar las reglas de una discusión.
La falacia lógica es un modo o patrón de
razonamiento que siempre o casi siempre conduce a un argumento incorrecto. Esto
es debido a un defecto en la estructura del argumento que lo conduce a que este
sea inválido. Las falacias lógicas suelen aprovecharse de los prejuicios o
sesgos cognitivos para parecer lógicas. Cambiándose, a veces, el error
inconsciente o involuntario por una manipulación deliberada. Por eso, las
falacias lógicas son los mecanismos automáticos más comunes para poner en
práctica los sesgos cognitivos. Algunas importantes falacias lógicas que
emplean los sesgos cognitivos se muestran a continuación. Véase también control
social, control mental, propaganda, lavado de cerebro.
Generalmente los razonamientos falaces no son
tan claros como los ejemplos. Muchas falacias involucran causalidad, que no es
una parte de la lógica formal. Otras utilizan estratagemas psicológicas como el
uso de relaciones de poder entre el orador y el interlocutor, llamamientos al
patriotismo, la moralidad o el ego para establecer las premisas intermedias
(explícitas o implícitas) necesarias para el razonamiento. De hecho, las
falacias se encuentran muy a menudo en presunciones no formuladas o premisas
implícitas que no son siempre obvias a primera vista.
Petición
de principio
Es la falacia que ocurre cuando la
proposición a ser probada, es decir la conclusión del argumento, se encuentra
implícita o explícitamente entre las premisas.
Por ejemplo, el siguiente argumento es una
petición de principio:
·
Yo siempre digo la verdad.
·
Por lo tanto, yo nunca miento.
En este argumento, la conclusión está contenida
en la premisa, pues decir la verdad es sinónimo de no mentir. Las peticiones de
principio resultan más persuasivas cuando son lo suficientemente largas como
para hacer olvidar al receptor que la conclusión ya fue admitida como premisa. Formalmente,
las peticiones de principio son argumentos deductivamente válidos, pues es
deductivamente válido que de A se sigue A. Existe desacuerdo acerca de por qué
algunos argumentos deductivamente válidos se consideran peticiones de principio
y otros no. Una propuesta es que la diferencia es psicológica: si la conclusión
nos parece demasiado obvia con respecto a las premisas, entonces consideramos
que el argumento es una petición de principio; de lo contrario, no.
La petición de principio es una forma de
razonamiento circular y, como tal, puede dejar de ser falaz si es lo
suficientemente amplia. Por ejemplo, en los diccionarios las definiciones son
siempre circulares (pues definen palabras a partir de más palabras), pero no
por eso dejan de ser informativas y por lo tanto no se consideran
problemáticas. Del mismo modo, una petición de principio lo suficientemente
amplia puede dejar de ser un círculo vicioso para pasar a ser un círculo
virtuoso.
Afirmación
del consecuente
Se comete al razonar del siguiente modo:
Si A, entonces B
B. Por lo tanto, A
Por ejemplo:
·
La gente honrada está en libertad.
·
Yo estoy en libertad.
·
Por lo tanto, soy honrado.
La primera premisa solo nos da información de
qué pasará si se es honrado, pero no dice nada sobre qué sucede si se está en
libertad. Uno puede no ser honrado pero estar en libertad por no haber sido
descubierto y juzgado.
Otro ejemplo es el siguiente:
·
Todos los perros son bonitos.
·
Doggy es bonito.
·
Por lo tanto, Doggy es un perro.
Lo falaz de este argumento se puede ver con
mucha claridad en la siguiente variación.
·
Todos los perros son bonitos.
·
El Sol es bonito.
·
Por lo tanto, el Sol es un perro.
La conclusión puede llegar a ser verdadera de
manera casual. En este caso podría coincidir que hubiese un perro al que
llamasen Doggy o el Sol. Aun acertando, el razonamiento seguiría siendo una
falacia, ya que esto no depende de la conclusión, sino del razonamiento en sí
mismo.
Generalización
apresurada
Es una falacia lógica en la que se llega a
una generalización inducida basada en muy pocas pruebas.
Ejemplo:
·
«Me encanta esta canción, por lo tanto me
gustará también todo el álbum en el que está». Es una falacia porque el álbum
puede no ser tan bueno como la canción escuchada.
Una muestra sesgada es una muestra que ha
sido falsamente considerada como la típica de una población de la cual ha sido
tomada.
Ejemplo:
·
Alguien puede decir «A todo el mundo le gustó
la película» sin mencionar que «todo el mundo» fue él y tres de sus compañeros,
o un grupo que son fans del artista.
Los sondeos en línea y las muestras por
llamadas voluntarias son un tipo particular de este error, porque las muestras
están implícitamente preseleccionadas o autoseleccionadas.
En el mejor de los casos, esto significa que
las personas que se preocupan más sobre el asunto responderán u opinarán y en
el peor de los casos, solo aquellas que sintonicen una radio particular, un
periódico particular o una lista política.
Ejemplo:
·
«He visto a hombres (Pedro y Juan) jugar bien
al fútbol, por consiguiente todos los hombres juegan bien al fútbol».
La falacia de destrucción de la excepción o
accidente (falacia) a dicto simpliciter ad dictum secundum quid.
Ejemplo:
1) Cortar
a personas con cuchillos es un crimen [aunque en algunos casos esto no es
cierto; es permisible, por ejemplo, en defensa propia.
2) Los
cirujanos cortan a las personas con cuchillos.
3) Los
cirujanos son criminales.
Post
hoc ergo propter hoc
Es una expresión latina que significa
«después de esto, luego a consecuencia de esto» es un tipo de falacia que asume
que si un acontecimiento sucede después de otro, el segundo es consecuencia del
primero. Es verdad que una causa se produce antes de un efecto pero la falacia
viene de sacar una conclusión basándose solo en el orden de los
acontecimientos, es decir, no siempre es verdad que el primer acontecimiento
produjo el segundo acontecimiento. Esta línea de razonamiento es la base para
muchas creencias supersticiosas y de pensamiento mágico
Falacia
del francotirador
Es una falacia lógica donde la información
que no tiene relación alguna es interpretada, manipulada o maquillada hasta que
ésta parezca tener un sentido. El nombre viene de un tirador que disparó
aleatoriamente varios tiros a un granero y después pintó una diana centrada en
cada uno de los tiros para autoproclamarse francotirador. Tiene que ver con el
sesgo cognitivo ilusión de serie donde las personas tienden a ver patrones
donde solo hay números aleatorios. Esta falacia no se aplica cuando uno tiene
una predicción o una hipótesis particular antes de observar los datos. Uno
podría tener una teoría de cómo debería comportarse algo o el patrón que debe
seguir algo y comprobar mediante pruebas empíricas o datos que de hecho es así
(método científico). Alternativamente, se pueden tomar los datos observados
para construir una hipótesis tal como hace el francotirador pero luego es
necesario ensayar la hipótesis con nuevos datos. Véase test de hipótesis. Uno
no puede usar la misma información para construir y después ensayar o testar la
hipótesis ya que incurriría en la falacia del francotirador.
Falacia
del hombre de paja
Es una falacia lógica basada en la confusión
de la posición del oponente. Generar un «hombre de paja» es crear una posición
fácil de refutar y luego atribuir esa posición al oponente para destrozarlo. En
realidad el argumento real del oponente no es refutado sino el argumento
ficticio que se ha creado. El nombre viene de los hombres de paja que se usan
para entrenar en el combate y que son fáciles de abatir. Es decir, se atacan
los flecos o posibles malinterpretaciones que se puedan hacer de la premisa.
Ejemplo:
·
Pedro: «Pienso que los niños no deberían
correr por calles con mucho tráfico». Juan aprovecha y crea una posición clara
de ataque: «Yo pienso que sería estúpido encerrar a los niños todo el día sin respirar
aire limpio». De esta manera, Juan puede atacar una posición radical y fácil
que Pedro nunca quiso dar a entender. La única manera de evitar el hombre de
paja es que Pedro lo destruya antes que Juan o poner en evidencia la intención
de Juan de crearlo para confundir.
Falacia
del alegato especial
Esta falacia tiene lugar cuando alguien, en
su argumentación, recurre o hace alusión a una visión o sensibilidad especial
del tema objeto de debate y, bien sea de manera implícita o explícita, esta
persona mantiene que el oponente posiblemente no puede comprender las sutilezas
o complejidades del tema en cuestión, porque no alcanza el nivel de
conocimiento o la empatía que supuestamente se requiere. Detrás de tal alegato
especial o pretensiones de una visión profunda o empatía se presume que las
opiniones del sujeto no pueden ser evaluadas por el oponente porque este no
tiene la capacidad de hacer ningún juicio válido. Todas estas pretensiones se
deben tratar con profundo escepticismo. Los alegatos especiales pueden tomar
muchas formas y ser empleados en una amplia variedad de contextos, siendo muy
comunes en las columnas de opinión de periódicos, discursos políticos, debates
televisivos y similares. Con frecuencia las religiones y las pseudociencias los
utilizan como recurso retórico, al carecer de argumentos válidos para demostrar
o defender sus tesis.
Argumento
a silentio
Consiste en considerar que el silencio de un
ponente o interlocutor sobre un asunto X prueba o sugiere que el ponente es un
ignorante sobre X o tiene un motivo para mantenerse en silencio respecto a X.
En relación con esta falacia, es necesario hacer referencia a la doctrina
jurídico-procesal llamada «de los actos propios», por la cual, en una de sus
aplicaciones más frecuentes, si una de las partes en un proceso no alega cierto
hecho, dato, prueba o argumento disponiendo de trámite para hacerlo, se
presumirá que carece del mismo. Por tanto, aunque lógicamente el argumento a
silentio o ex silentio es una falacia, porque el silencio de un interlocutor no
puede tomarse como prueba de certidumbre de lo dicho por un interlocutor
contrario, en el terreno de la pura retórica puede ser un indicio de falta de
argumentos o de falta de capacidad para contrarrestar dialécticamente los
argumentos expuestos por la adversa. Esta presunción se realiza en el terreno
jurídico por ser este un terreno subjetivo marcado por leyes que están hechas
para que la mayoría pueda quedar satisfecha. Y esto es así porque la mayoría
posee el prejuicio de que el silencio de un interlocutor implica la falta de
argumentos o un motivo particular para tenerlo y también porque el que rompe el
estado de normalidad tiene la obligación de probar con argumentos las
acusaciones.
Argumento
ad consequentiam
Es un argumento que concluye que una premisa
(típicamente una creencia) es verdadera o falsa basándose en si esta conduce a
una consecuencia deseable o indeseable. Es una falacia porque basar la
veracidad de una afirmación en las consecuencias no hace a la premisa más real
o verdadera. Asimismo, categorizar las consecuencias como deseables o
indeseables es intrínsecamente una acción subjetiva al punto de vista del
observador y no a la verdad de los hechos.
Ejemplo:
- «El presidente
no ha robado fondos del Estado, porque si lo hubiera hecho, habría perdido
las elecciones».
- «Dios debe de
existir, porque si no existiera no habría moral y el mundo sería
horrible».
- «El jugador hizo
todo lo que pudo, porque, si no, no hubiéramos ganado el partido».
Argumento
ad baculum
Es un argumento donde la fuerza, coacción o
amenaza de fuerza es dada como justificación para una conclusión. Es un caso
especial negativo del argumentum ad consequentiam. Este tipo de falacia se da
en los casos en los que se duda en intervenir o no, en un conflicto. Se basa la
decisión en algunos, en la consecuencia de actuar o no actuar, lo que justifica
la intervención. Sin embargo, aunque estas decisiones preventivas previas,
modifican forzosamente las predichas y subjetivas consecuencias, no aclaran la
necesidad de actuar o no aseguran la verdad de las premisas en las mismas. El
miedo a las consecuencias no puede ser el motor de ninguna decisión ni es capaz
por sí mismo de hacer más veraz una posibilidad.
Ejemplo:
- «Iraq tiene
armas de destrucción masiva. Como esto puede provocar una guerra muy
peligrosa debe ser verdad y por tanto es necesaria una intervención».
- «Debes creer en
Dios, porque si no lo haces irás al infierno».
La única manera de saber la veracidad de una
afirmación es basándose en los argumentos que la apoyen. La intervención, que
es una manera específica de resolución, es también una acción que es
independiente de la veracidad de la afirmación, y tiene más que ver con la
inteligencia para discernir cuál es la mejor manera de actuar, esta vez sí, en
función de las consecuencias deseadas y a partir de las verdades encontradas,
situación, entorno, etc. También es posible que se sea consciente de lo falaz
de nuestra lógica y que igualmente por otras razones como egoísmo, intereses o
por miedo a la simple probabilidad no nula de amenaza, prefiera uno equivocarse
y actuar como si estuviera seguro a esforzarse en hallar la verdad.
Argumento
ad hominem
Caricatura de Charles Darwin como un simio,
en la revista Hornet. Esta caricatura consiste en una apelación al ridículo,
una forma de argumento ad hominem. Tu quoque en el que se desvelan trapos
sucios suele ser un mecanismo.
Por ejemplo:
·
dices que este hombre es inocente pero no
puedes ser creíble porque tú también eres un criminal.
Argumento
ad ignorantiam
Un argumento ad ignorantiam o argumentum ad
ignorantiam, también conocido como llamada a la ignorancia, consiste en
sostener la verdad o falsedad de una afirmación alegando que no existe
evidencia o prueba de lo contrario, o bien alegando la incapacidad o la
negativa de un oponente a presentar pruebas convincentes de lo contrario.
Quienes argumentan de esta manera no basan su argumento en el conocimiento,
sino en la ignorancia, en la falta de conocimiento. Esta impaciencia con la
ambigüedad suele criticarse con la frase: «la ausencia de prueba no es prueba
de ausencia». Es decir, se comete esta falacia cuando se infiere la verdad o
falsedad de una proposición basándose en la ignorancia existente sobre ella. Un
argumento ad ignorantiam no respeta el principio de suficiencia, y viola
también el principio de que la carga de la prueba para cualquier afirmación
general recae en la persona que establece la afirmación.
Ejemplos:
- Scully: «¿Que tu hermana fue abducida por
alienígenas? Eso es ridículo».
- Mulder:
«Bueno, mientras no puedas probar lo contrario, tendrás que aceptar que es
cierto».
Argumento
ad populum
Es un argumento falaz que concluye que una
proposición debe ser verdadera
Porque muchas personas lo creen así. Es
decir, recurre a que «si muchas personas lo creen así, entonces será así». En
ética el argumento falaz sería «si muchos lo encuentran aceptable, entonces es
aceptable». Esta falacia hace uso del prejuicio efecto carro ganador. Esta
falacia es un tipo de falacia genética o basada en el origen de las cosas. Es
una falacia porque el mero hecho de que una creencia esté ampliamente extendida
no soporta o no la hace necesariamente correcta o verdadera. Esto se basa en
que si una opinión individual puede ser incorrecta, entonces la opinión
sostenida por muchas personas también puede serla. La veracidad o falsedad de
una afirmación es independiente o no reside en el número de personas que creen
en ella. Esta falacia se usa mucho en publicidad.
Ejemplos:
- «Cincuenta
millones de fans no pueden estar equivocados».
- «La
marca X es la marca líder en Europa, por eso deberías comprar productos de
esta marca».
- «La
mayor parte de la gente del planeta cree en algún dios, y no se conocen
entre sí. Eso no puede ser coincidencia: Dios debe existir»
- «Los
ecologistas dicen que el calentamiento global está sucediendo porque la
mayoría de los científicos dicen y lo creen así».
Esto es una afirmación falaz. Sin embargo, la
ciencia trabaja sobre la prueba, no sobre el voto popular, así es apropiado
fijarse más en las pruebas que se presentan más que en el número de personas
que lo afirman o lo niegan. Esto lleva a que los resultados en democracia no
pueden catalogarse como buenos o malos por el número de votantes tan solo se
puede afirmar que el resultado es el que el mayor número de personas quiere y
eso en democracia debe ser suficiente. Votar por una solución o voto plural
como método para saber si una afirmación es cierta o falsa es falaz e
incorrecto. Un espectador de un juicio que observa una votación y no los
argumentos no puede deducir después de la votación o por el resultado si lo
votado es cierto o no. Esto es así porque la votación pudo haberse llevado a
cabo a través de los prejuicios y no a través de los argumentos. De igual
manera si la lógica es llevada solo a través de argumentos sólidos no sería
necesaria la votación. Tanto la democracia como los juicios no obvian esto sino
que simplemente hacen la falacia irrelevante definiendo leyes que son
subjetivas más que objetivas. Es decir, no se trata de hallar la verdad o lo
mejor posible sino de encontrar una solución que agrade a la mayoría. En los
juicios por votación, para evitar en lo posible un efecto carro ganador, existe
la presunción de inocencia y, además, la idea de que la simple posibilidad,
suposiciones o pruebas circunstanciales no deben ser tenidas en cuenta por el
jurado. Existen excepciones como en etiqueta y protocolo. Estas solo dependen
de la aceptación mayoritaria de estos, es decir, son totalmente subjetivos al
número así que un argumento ad populum no es falaz en estos casos.
Ejemplo:
- En
Rusia la mayoría piensa que es cortés entre hombres besarse en cada
encuentro. Por consiguiente, es cortés para los hombres hacerlo en Rusia.
Otra excepción es cuando el argumentum ad
pópulum implica implícitamente un argumento «de seguridad» por convención pero
no se centra en si es mejor o peor el sistema. Ejemplo: Todos conducen por la
derecha. Por tanto, para no tener problemas deberías conducir por la derecha.
Argumento
ad nauseam
Es un tipo de falacia dirigida a las emociones
en el que las personas creen que es más posible que una afirmación sea cierta
(o sea aceptada como verdad) cuanto más veces haya sido oída. Esta falacia está
dirigida a las emociones porque el hastío o ad náuseam que se genera
subjetivamente o en cada persona por la repetición de la afirmación es tal que
puede hacer cambiar el concepto de ésta sin llegar a escuchar ningún argumento
válido. De esta manera, un argumentum ad náuseam es aquel que emplea repetición
constante de una afirmación hasta que los receptores se convencen de esta. Este
tipo de técnica falaz es usada mucho en política, donde ―sin emplear argumentos
o pruebas de un hecho― se repite una y otra vez la misma afirmación hasta la
conversión. Sin embargo, por mucho más que se repita o más esfuerzo se ponga en
hacerlo, esto no hace a la afirmación más real o verdadera. Esta falacia viene
de la falsa creencia de que si alguien se molesta o dedica tanta energía para
la repetición de un mensaje es porque éste debe ser más veraz que otro que no se
molesta o puede rebatirlo.
Argumento
ad verecundiam
Esta falacia lógica consiste en basar la
veracidad o falsedad de una afirmación en la autoridad, fama, prestigio,
conocimiento o posición de la persona que la realiza. Un tipo especial de esta
falacia es la falacia argumentum ad crumenam donde se considera más veraz una
afirmación porque la persona que la realiza es rica o por el contrario en
argumentum ad lazarum porque el pobre o de menor clase quien la realiza. La
veracidad de un hecho o afirmación no depende, en último estado, de la persona
que la realice sino de las pruebas o argumentos que se presenten. Esta falacia
también puede considerarse una variante del argumentum ad hominem ya que
también subjetivista la veracidad o falsedad de una afirmación en la
calificación de un individuo. Sin embargo, al igual que a través de la
experimentación se tratan de encontrar excepciones y si no se encuentran se
puede considerar una teoría como verdadera, igualmente se puede hacer con las
autoridades. Un argumento que apela a la autoridad y no falaz sino lógico en
función de sus premisas sería:
- A realiza una
afirmación B
- A nunca está
confundido, equivocado o deshonesto
Por
lo tanto, la afirmación B debe ser tomada en consideración, que no como cierta.
Tanto como la premisa 2 sea cierta su
conclusión también lo será. Así apelar a una autoridad puede ser lógicamente
correcto mientras haya sido suficientemente probada su autoridad y no se hayan
encontrado excepciones. Esto no quiere decir que la afirmación sea cierta y no
se encuentre una excepción pero esto es algo que es inevitablemente y
energéticamente hablando no puede evitarse por el número de pruebas y test que
deberían hacer para tomar decisiones.
Ejemplos falaces son los siguientes:
- «esa afirmación
es verdad, porque lo he visto en televisión»
- «esto debe ser
verdad porque aparece en Wikipedia»
- «lo dice la
revista científica Nature, por consiguiente debe ser cierto».
En
todos estos casos si no se conocen o se ha experimentado con las fuentes se
genera un ipse dixit.
Argumento
ad antiquitatem
Es una falacia lógica típica en la que una
tesis es proclamada como correcta basándose en que ésta ha sido
tradicionalmente considerada correcta durante mucho tiempo. En definitiva,
«esto es correcto porque siempre se ha hecho de esta manera». Este argumento
hace dos suposiciones: que la antigua manera de pensar fue probada como
correcta cuando se introdujo (lo cual puede ser falso, ya que la tradición
puede estar basada en fundamentos incorrectos); las razones que probaron este
argumento en el pasado son actualmente vigentes para hoy. Si las circunstancias
han cambiado esto puede ser falso. Por otro lado, esta falacia también asume
que mantener el statu quó es preferible o deseable ante la posibilidad de un
cambio, lo cual puede ser también incorrecto.
Ejemplo:
- «En Navidad siempre hemos traído a casa
árboles arrancados del bosque, ¿por qué ahora tendremos que comprar uno de
plástico?».
Historia
En los diálogos platónicos aparecen ejemplos
de diversas falacias, si bien no se hace una clasificación sistemática de las
mismas. El Eutidemo discute una gran cantidad de falacias e intenta llegar a
conclusiones sobre su validez o invalidez. El primer estudio más elaborado
sobre las falacias se remonta a Aristóteles, quien en un trabajo titulado
Refutaciones sofísticas, identificó y clasificó trece falacias.
Clasificaciones
A lo largo de los siglos, se han propuesto
varias maneras distintas de clasificar las falacias, pero todavía no se llega a
una clasificación o taxonomía definitiva. En esta sección se exponen algunas de
las clasificaciones más influyentes.
La primera clasificación fue la de
Aristóteles, quien dividió a las trece falacias que identificó en dos grupos:
las que dependen del lenguaje y las que no. En el primer grupo puso seis
falacias que dependen de ambigüedades, anfibologías, combinaciones de palabras,
divisiones de palabras, acento y formas de expresión. En el segundo grupo puso
las siete falacias que no dependen del lenguaje, entre ellas los accidentes, la
falacia de las muchas preguntas, la petición de principio y la afirmación del
consecuente.
Otra clasificación conocida es entre falacias
formales e informales. Las primeras son aquellas cuya invalidez se puede
demostrar mediante métodos formales, tales como la afirmación del consecuente y
la negación del antecedente. Las segundas son aquellas cuya invalidez depende
del contenido de los argumentos o de la intención del que argumenta, por
ejemplo la falacia del hombre de paja o los argumentos ad hominem. Aún otra
clasificación es entre falacias deductivas e inductivas. Las falacias
deductivas son aquellas que pretenden validez deductiva, aunque no lo logren,
como por ejemplo la afirmación del consecuente. Las falacias inductivas son
aquellas que sólo pretenden dar apoyo inductivo a la conclusión, aunque tampoco
lo logren, como por ejemplo la generalización apresurada.
Falacias
en los medios de comunicación y la política
Las falacias se usan frecuentemente en
artículos de opinión en los medios de comunicación y en política. Cuando un
político le dice a otro «No tienes la autoridad moral para decir X», puede
estar queriendo decir dos cosas: Usar un ejemplo de la falacia del ataque
personal o falacia ad hominem, esto es, afirmar que X es falsa atacando a la
persona que la afirmó, en lugar de dirigirse a la veracidad de X. No ocuparse
de la validez de X, sino hacer una crítica moral al interlocutor (y de hecho es
posible que el político esté de acuerdo con la afirmación). En este último
caso, la falacia consiste en evadir el tema, dando solo una opinión, no
relevante, sobre la moralidad del otro.
Es difícil, por ello, distinguir falacias
lógicas, ya que dependen del contexto. Otro ejemplo, muy extendido es el
recurso al argumentum ad verecundiam o falacia de la autoridad. Un ejemplo
clásico es el ipse dixit (‘él mismo lo dijo’) utilizado en la Antigüedad para
conservar intacto el pensamiento de Pitágoras. Un ejemplo más moderno es el uso
de famosos en anuncios: un producto que deberías comprar/usar/apoyar solo porque
tú famoso favorito lo hace.
Una referencia a una autoridad siempre es una
falacia lógica, aunque puede ser un argumento racional si, por ejemplo, es una
referencia a un experto en el área mencionada. En este caso, este experto debe
reconocerse como tal y ambas partes deben estar de acuerdo que su testimonio es
adecuado a las circunstancias. Esta forma de argumentación es común en
ambientes legales. Otra falacia muy usada en entornos políticos es el
argumentum ad populum, también llamado sofisma populista. Esta falacia es una
variedad de la falacia ad verecundiam. Consiste en atribuir la opinión propia a
la opinión de la mayoría y deducir de ahí que si la mayoría piensa eso es que
debe ser cierto. En cualquier caso muchas veces la propia premisa de que la
mayoría piense eso puede ser falsa o cuando menos dudosa ya que, en muchos
casos, dicha afirmación no puede ser probada más que con algún tipo de encuesta
que no se ha realizado. En caso de ser cierto tampoco se justifica el
razonamiento porque la mayoría piense eso. Se basa en la falsa intuición de que
el pueblo tiene autoridad: «tanta gente no puede estar equivocada«. Se suele
oír con frases del tipo «todo el mundo sabe que...», o «...que es lo que la
sociedad desea», así como «la mayoría de los españoles sabe que...».
Por definición, razonamientos que contienen
falacias lógicas no son válidos, pero muchas veces pueden ser (re) formulados
de modo que cumplan un modo de razonamiento válido. El desafío del interlocutor
es encontrar la premisa falsa, esto es, aquella que hace que la conclusión no
sea firme.
Las
falacias extralingüísticas son siete: de accidente, de tomar
como absoluta una cosa que es relativa, de ignorancia del elenco, de consecuente,
de petición de principio, de tomar lo que no es causa como si lo fliera, y de
pregunta múltiple.
La
falacia o paralogismo de accidente.- se da cuando se piensa que
un predicado puede atribuirse igualmente a una cosa y a un accidente suyo. Por
ejemplo, Corisco es distinto de Sócrates, y Sócrates es hombre, luego Corisco
es distinto del hombre. Este error proviene de pensar que, puesto que Corisco
es distinto de Sócrates en cuanto a los accidentes individuaste, es distinto de
el en cuanto a la esencia o especie. Pero esto no es cierto. "En efecto,
como en una misma cosa se dan accidentalmente muchas, no necesariamente todas
ellas se han de dar en todos los predicados y en aquello de lo que se
predican".
La
falacia de lo absoluto-relativo.- consiste en tomar una cosa
que está restringida por una determinación como si no lo estuviera. Por ejemplo,
"el indio, que es negro, es, sin embargo, bianco en cuanto a los dientes,
luego es bianco y no es bianco". No puede decirse que sea bianco y no
bianco de manera absoluta, sino de manera determinada o en relación a los dientes.
"Esto acaece en aquellas cosas en que se dan por igual los opuestos: pues
parece que, o bien se ha de conceder que es posible predicarlos ambos, o bien
que no es posible predicar ninguno; si la mitad es blanca y la mitad negra, la
cosa.es blanca o negra?"''.
La
falacia de ignorancia.- del elenco se da cuando se ignora la definición
de la refutación (o elenco). Y hay que saber que "una reflitacion es una contradicción
de una única y misma cosa, no de un nombre, sino de un objeto, y no de un
nombre sinónimo, sino del nombre mismo en cuestión, a partir de las cosas
concedidas, y de Forma necesaria (no contando para ello con lo del principio.
La
falacia de consecuente.-ocurre cuando se supone erróneamente que
una consecuencia es recíproca. Por ejemplo, puesto que si llueve la tierra esta
resbaladiza, se quiere inferir también que si esta resbaladizo entonces ha llovido.
No se sigue.
La
falacia de tomar como causa.- Io que no lo es consiste en
tomar una premisa irrelevante como si la reflitación se derivase de ella. "Ocurre
tal cosa en los razonamientos a lo Imposible; en estos, en efecto, es necesario
eliminar alguna de las cosas establecidas. Si, pues, se toma en cuenta entre las
preguntas necesarias para que sobrevenga como conclusión lo imposible, parecerá
frecuentemente que la reflitación se produce en Ficción de esto"". El
ejemplo que a Aristóteles se hizo clásico. Muy repetido en la Edad Media. Póngase
por caso que se sostiene que el alma y la vida no son una misma cosa.
La
falacia de pregunta múltiple.- se da cuando se pregunta
como si se cuestionara una sola cosa y en realidad son varías. Por ejemplo, si
se pregunta de cosas entre las que hay buenas y malas, si todas son buenas o no
(si se dice que sí, entonces las malas serán buenas; si se dice que no,
entonces las buenas serán malas). Lo que se debe hacer en ese caso es desplegar
las dos o más preguntas que haya involucradas allí y responderlas una a una.
Aristóteles se empeña en mostrar que las
falacias lingüísticas tienen como principio el equívoco, y las extralingüísticas
la ignorancia del elenco. Ofrece además numerosas estrategias y ejemplos
concretos para ayudar en la práctica de resolver las falacias. En todo ello se
manifiesta el espíritu dialógico de la lógica aristotélica.
Dialelo
El dialelo (del griego diallēlos,
«recíproco»), también llamado círculo vicioso o pescadilla que se muerde la
cola, es una estructura lógica que consiste en una petición de principio con el
cual se intenta probar una cosa mediante otra, y esta segunda mediante la
primera. Los filósofos escépticos emplearon el dialelo como uno de los tropos y
recursos argumentativos para tratar de demostrar la imposibilidad del
conocimiento verdadero.
En un sentido general, el término dialelo se
usa para referirse al paralogismo en que se cae cuando se introduce en la
definición la palabra que se pretende definir o bien cuando se da como prueba
de una proposición otra proposición que, a su vez, se prueba por la primera. No
todo dialelo es falaz: hay fenómenos que solo se pueden explicar de forma
circular, ya que se retroalimentan: «Baja la bolsa porque se asustan los
inversores, y se asustan los inversores porque baja la bolsa.»
Características
de un círculo vicioso
Según el gran diccionario enciclopédico
McGraw Hill ilustrado, un círculo vicioso es una situación que resulta
insoluble al existir dos circunstancias que son a la vez causa y efecto una de
la otra y que actúan de manera recíproca quedando ambas sin explicación. Sodá,
en cambio, sostiene que un círculo vicioso es aquella secuencia repetitiva que
no tiene principio y final aparentes y que mantiene un vicio. Por vicio se
entiende un problema social continuo que puede o no ser creciente/decreciente
de manera regular/irregular y que tiene afecciones negativas en los humanos y
en la vida social. Un círculo vicioso es un fenómeno que puede tener múltiples
consecuencias y/o efectos en su aparente interminable proceso. Para Sodá, este
fenómeno es perjudicial para la persona o personas que se encuentran en dicho
círculo y puede identificarse con las siguientes características:
ü Repetición
constante de uno o más aspectos del fenómeno
ü Mantenimiento
de un vicio.
ü Afecciones
negativas hacia elementos relacionados con el vicio
ü Permanencia
del círculo por tiempo indeterminado.
ü Si
se tiene consciencia de que existe un problema, la lucha por intentar acabar
con el círculo.
ü Pasa
por diferentes etapas hasta que se reproduce una etapa anterior, la cual puede
o no tener ciertos cambios.
ü Debido
a sus posibles múltiples consecuencias y/o efectos, puede provocar otros
círculos viciosos.
Su retroalimentación es positiva, pues tiende
al aumento de las divergencias y a su propia destrucción cuando alguno de sus
elementos básicos llega a su fin. Sodá ilustra este punto con ejemplo de una
bola de nieve que cae de una montaña y crece a su paso, estrellándose,
finalmente en algún lugar como todo facto, puede variar en sus características,
por ejemplo, omitirse algunas, agregarse otras y sujetarse a diferentes
variables.
Definición
del Ciclo y círculo vicioso
Con base en la teoría general de sistemas, se
hacen las siguientes concepciones: un círculo vicioso es un ciclo, pero un
ciclo no necesariamente es un círculo vicioso. Como todo sistema que puede
tener subsistemas o ser parte de otro sistema más grande, un ciclo puede tener
subciclos o ser parte de un ciclo mayor. Un ciclo es una serie de etapas que,
una vez concluidas, vuelven a repetirse, en veces con ciertos cambios. La
diferencia entre un ciclo y un círculo vicioso, es que el ciclo no acarrea un
problema, pues de lo contrario pasaría a ser un círculo vicioso. Cuando un
ciclo perteneciente a otro se completa, el ciclo mayor también se va
completando.
Algunos estudiosos de distintos tipos de
ciclos señalan las etapas por las cuales pasa un fenómeno social, enfatizando
que las etapas "finales" son una regresión al punto de inicio para
comenzar con el ciclo de nuevo; entre ellos, Oswald Spengler, quien propone
varias etapas para un ciclo: nacimiento, crecimiento y declinación, donde se regresa
al inicio como un renacimiento para, después, continuar con el crecimiento.
Coincide con Spengler, Arnold Toynbee, quien considera que un ciclo incluye las
etapas de nacimiento, crecimiento, decadencia y muerte. De igual modo se vuelve
a un renacimiento; para continuar con el crecimiento. Es importante señalar que
ambos autores enfocan sus teorías cíclicas a los fenómenos del cambio social,
así como que tales teorías han sido calificadas como pesimistas por no creer en
el progreso como desarrollo cualitativo de la vida social. Por tanto, dichas
teorías cíclicas señalan estos procesos como círculos viciosos.
Aporía
El término aporía (del griego ἀπορία,
dificultad para el paso), a veces escrito como aporima, hace referencia a los
razonamientos en los cuales surgen contradicciones o paradojas irresolubles; en
tales casos las aporías se presentan como dificultades lógicas casi siempre de
índole especulativa. Debe observarse que muchas especulaciones que en su
momento fueron consideradas aporías, es decir, paradojas irresolubles, luego
han sido resueltas merced a los avances cognitivos o a los cambios de
paradigma, de cosmovisión.
Cuando se efectuaba una pregunta que no
poseía respuesta los antiguos filósofos griegos (especialmente los academistas)
solían expresar: «ἀποροῶ»..."no se puede a través de esto" con el
significado de "no concibo esto" o "esto no puede ser
aclarado". También recibe el nombre de "aporía" la fase de la
mayéutica de Sócrates en la cual aparece el "falso saber" para ser
develado.
Los sofistas, y la Escuela de Megara
recurrieron a las aporías. También se nota su uso, por ejemplo, en Platón, y
los estoicos.
Tautología
En lógica, una tautología (del griego
ταυτολογία, "decir lo mismo") es una fórmula bien formada de un
sistema de lógica proposicional que resulta verdadera para cualquier
interpretación; es decir, para cualquier asignación de valores de verdad que se
haga a sus fórmulas atómicas. La construcción de una tabla de verdad es un
método efectivo para determinar si una fórmula cualquiera es una tautología.
Tablas
de verdad
En un sistema de lógica proposicional, una
interpretación no es más que una función que asigna un único valor de verdad a
todas las fórmulas atómicas bajo consideración. Diferentes interpretaciones,
por lo tanto, difieren sólo en las asignaciones de valores de verdad que hacen.
Una tautología es una fórmula bien formada que bajo cualquier interpretación de
sus componentes atómicos, tiene valor de verdad 1 (verdadero). Por lo tanto,
para determinar si una fórmula cualquiera es una tautología, basta con
considerar todas las posibles interpretaciones de las fórmulas atómicas, y
calcular el valor de verdad del todo. Esto se logra mediante una tabla de
verdad. Por ejemplo, considérese la fórmula p ∧ q. Como a cada fórmula atómica puede
asignársele uno de dos posibles valores de verdad, hay en total 22 = 4 posibles
combinaciones de valores de verdad. Es decir, cuatro interpretaciones posibles:
o ambas son verdaderas; o p es verdadera y q falsa; o p es falsa y q verdadera;
o ambas son falsas. Esto puede presentarse mediante una simple tabla:
\begin{array}{c/c}
p
& q \\
\hline
V
& V \\
V
& F \\
F
& V \\
F
& F \\
\end{array}
Para cada una de estas interpretaciones,
puede calcularse el valor de verdad de la fórmula p ∧ q. Los resultados pueden
presentarse nuevamente mediante una tabla:
\begin{array}{c/c||c}
p
& q & p \and q \\
\hline
V
& V & V \\
V
& F & F \\
F
& V & F \\
F
& F & F \\
\end{array}
Esta es la tabla de verdad de la fórmula p ∧ q. Como se ve, esta fórmula
sólo es verdadera bajo una interpretación: aquella en la que ambas fórmulas
atómicas son verdaderas. Una tautología es una fórmula cuyo valor de verdad es
1 para todas las interpretaciones posibles de las fórmulas atómicas. Por lo
tanto, p ∧ q
no es una tautología. En cambio, la siguiente tabla de verdad muestra una
fórmula que sí lo es:
\begin{array}{c/c||c/c}
p
& q & (p \and q) & (p \and q) \to p \\
\hline
V
& V & V & V \\
V
& F & F & V \\
F
& V & F & V \\
F
& F & F & V \\
\end{array}
Si una fórmula tiene n fórmulas atómicas,
entonces tiene en interpretaciones posibles. En muchos casos, por lo tanto, las
tablas de verdad pueden ser muy grandes. Lo importante, sin embargo, es que
dado que la lógica proposicional no admite fórmulas infinitas, el número de
interpretaciones posibles siempre será un número finito, y por lo tanto siempre
será posible decidir si una fórmula cualquiera es una tautología o no.
Trilema de Münchhausen
El trilema de Münchhausen (por el Barón de
Münchhausen, quien decía haber escapado de una ciénaga tirando de sí mismo),
también llamado trilema de Agripa (por el filósofo escéptico Agripa), el nombre
referido al barón de Münchhausen fue acuñado en el contexto de la teoría del
conocimiento a mediados del s. XX por el popperiano Hans Albert, aunque
tradicionalmente su argumento es referido por el griego clásico Diógenes
Laercio, al filósofo escéptico Agripa y es un ataque a la posibilidad de lograr
una justificación última para cualquier proposición, incluso en las ciencias
formales como la matemática y la lógica.
Un trilema es un problema que admite sólo
tres soluciones, todas las cuales parecen inaceptables. El argumento discurre
así: cualquiera que sea la manera en que se justifique una proposición, si lo
que se quiere es certeza absoluta, siempre será necesario justificar los medios
de la justificación, y luego los medios de esa nueva justificación, etc. Esta
simple observación conduce sin escape a una de las siguientes tres alternativas
(los tres cuernos del trilema):
Ø Una
regresión infinita: A se justifica por B, B se justifica por C, C se justifica
por D, etc. (regressus ad infinitum).
Ø Un
círculo lógico: A se justifica por B, B se justifica por C, y C se justifica
por A (petitio principii).
Ø Un
corte arbitrario en el razonamiento: A se justifica por B, B se justifica por
C, y C no se justifica. Esta última proposición puede presentarse como
autoevidente, de "sentido común" o como un principio fundamental
(postulado o enunciados axiomáticos) de la razón; pero aun así representaría
una suspensión arbitraria del principio de razón suficiente.
Críticas
En cuanto a prescripciones, la existencia de
individuos con intereses hace que todos ellos tengan en sí la prescripción de
respetar esos intereses, convirtiéndose dicha prescripción en la causa primera
desde la que se originarían las demás prescripciones, pues nadie puede defender
la frustración de sus propios intereses sin contradecirse.
CONCLUSIÓN
Es natural que nos preguntemos como tales
argumentos pueden engañarnos. No siempre es obvio que una determinada
argumentación constituye una falacia, ya que una larga discusión, podría
fácilmente, llevarnos a la fatiga y perjudicar nuestra atención, pasando por
inadvertidas la poca atinencia de la conclusión con respecto a las premisas. El
lenguaje no solo sirve para comunicar información, sino que puede despertar
grandes emociones. No hay un procedimiento específico que no permita evitar las
falacias. Por tratarse de razonamientos de carácter persuasivo, las formas, o
mejor dicho, las grandes formas que pueden adoptar son muy sutiles.
Creo yo, como ha dicho el maestro
Aristóteles, que todo aquel que tenga que argüir, debe conocer estos razonamientos
viciosos, carentes de articulación lógica; pero no para utilizarlos, y enfermar
así el lenguaje; sino para estar prevenidos contra ellos cuando sea probable su
utilización por el adversario. Pero sin duda este tema es muy extenso pero
sobre todo necesita de toda nuestra atención es por eso que através de mi
trabajo he tratado de explicarlo para evitar que nos engañen.
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