INTRODUCCIÓN
La
reflexión filosófica sobre la mente es tan antigua como la propia filosofía.
Sin embargo, en las últimas décadas se han producido importantes avances en el
estudio científico de la mente, la teoría matemática de la computación y sus
aplicaciones, el desarrollo de la neurociencia y el auge de las ciencias
cognitivas. A partir de la segunda mitad del siglo XX, el estudio filosófico de
la mente y sus problemas se ha sistematizado e institucionalizado dando lugar a
una disciplina la filosofía de la mente. En este ensayo trato de explicar la
mayoría de posiciones y argumentos importantes en torno a este tema. La
filosofía de la mente o filosofía cognitiva integra una serie de disciplinas
científicas, con el fin de comprender cómo funciona la mente humana.
La
filosofía de la mente trata al menos de responder a dos preguntas generales qué
son los estados mentales que atribuimos a los seres humanos y qué relación
existe entre los estados mentales de un ser humano y sus estados físicos, en
particular sus estados cerebrales. Podría decirse que es la característica que
define quienes somos. Es aquello en lo que pensamos cuando decimos “Yo soy”.
Muchos afirmamos que sin ella no desearíamos seguir viviendo. Y por cierto
nuestra existencia dejaría de tener sentido; es lo que llamamos mente. De todos
los misterios de universo tal vez el más intrigante sea el que reside en el
centro de nuestro propio ser, la mente. Explora la relación que existe entre el
mundo físico y el mundo mental, entre la mente y el cerebro, y temas
relacionados como la voluntad libre, el determinismo y la causalidad mental.
Buscan
responder las preguntas básicas sobre la mente comenzando por su naturaleza
esencial. Con esta denominación se suele hacer referencia a un nuevo rebrotar
del interés por el tema de la mente y lo mental, nacido alrededor de los años
setenta, en el ámbito norteamericano, subordinado al nacimiento de lo que se ha
llamado Psicología Cognitivista, o Ciencias Cognitivas en general, y que retoma
de otra manera el viejo tema de las relaciones alma-cuerpo que se remonta a los
griegos y extendiendo con fuerza por Europa y el resto del mundo.
En
general, la denominación Filosofía de la mente es el conjunto de reflexiones
filosóficas acerca de la naturaleza de lo mental, la relación mente-cerebro, y
una serie de temas filosóficos similares, como es el referido a la naturaleza
del conocimiento mental, y como consecuencia la naturaleza de la realidad. Es
decir, con motivo de la vuelta al interés por lo mental, las reflexiones han
motivado un nuevo interés sobre la metafísica u ontología de la realidad, sobre
la naturaleza del conocer y sobre el ser humano en general. Pero, en un sentido
estricto, esta Filosofía de la mente hace referencia más bien a la propuesta
funcionalista de lo mental.
DESARROLLO
LA
FILOSOFÍA DE LA MENTE
La
filosofía de la mente se ocupa de la naturaleza de los estados mentales, de sus
efectos y sus causas. La cuestión del comportamiento de los estados mentales y
físicos ocupa aquí un lugar central. Además de las cuestiones ontológicas acerca
de la naturaleza de los estados mentales, la filosofía de la mente estudia
cuestiones epistemológicas en torno a la cognoscibilidad de la mente.
Argumentos en favor del dualismo
¿Se
basa el dualismo únicamente en el abismo intuitivo entre lo mental y lo
material? ¿Existen argumentos concretos en favor del dualismo? El argumento más
conocido es el desarrollado por René Descartes en las meditaciones. En resumen,
es el siguiente: puedo imaginarme clara y distintamente que el espíritu exista
sin la materia. Lo que uno puede imaginar clara y distintamente es al menos,
por principio, posible. Así, pues, es al menos posible que el espíritu exista
sin la materia. Si es posible que el espíritu exista sin la materia, espíritu y
materia han de ser entidades diferentes. Puesto que espíritu y materia han de
ser entidades diferentes, en consecuencia el dualismo es cierto.
Las
premisas del argumento pueden ponerse en duda. ¿por qué, por ejemplo, habría de
ser algo posible sólo porque puede imaginarse clara y distintamente? A pesar de
problemas de este tipo, aún hoy en día se siguen defendiendo variantes del
argumento cartesiano, por ejemplo, Saúl Kipke. Las posiciones dualistas se
vuelven más plausibles por los problemas que plantea el materialismo que por
sus propios argumentos positivos.
Los
argumentos en favor del dualismo son básicamente de carácter epistemológico,
aunque el dualismo encuentre también acogida por motivos morales o religiosos;
en realidad, muchos ataques al dualismo pudieran estar inspirados más en esta
clase de motivos que en los primeros.
El
primer apoyo intuitivo al dualismo proviene del hecho de que tengamos alguna
clase de acceso privilegiado a nuestra propia conciencia; así, por ejemplo, si
por potente que fuese la tecnología empleada (estamos imaginando un experimento
mental) no se pudiese conocer lo que pensamos cuando se examinase a fondo
nuestro cerebro, habría que concluir que lo que llamamos nuestra conciencia no
se encuentra enteramente en el mundo físico, por mucho que guarde obvias relaciones
con él. El hecho de que podamos sentir un dolor, por ejemplo, sin que haya
muestras físicas evidentes de ello, o el que podamos mentir, son ejemplos muy
comunes de esa cualidad, ejemplos que impresionaban grandemente a un filósofo
tan poco propicio al dualismo como Bertrand Russell. El argumento cartesiano
que concluye con el "cogito, sum" se apoya en esta clase de razones,
aunque culmina con una forma lógica en la que influye también una consideración
de distinto tipo, a saber: el hecho de que si he de atender a mis razones he de
ser un sujeto independiente de toda influencia externa para tener alguna
credibilidad. Epicuro formuló de manera impresionante y concisa esta forma de
argumentar: "el que dice que todo acontece por necesidad nada puede objetar
al que niega que todo acontece por necesidad, pues esto mismo afirma que
acontece por necesidad".
Los
filósofos espiritualistas, especialmente Berkeley y Bergson han subrayado la
importancia de esa clase de apoyos intuitivos para relativizar la importancia
de la noción de materia. Entre los pensadores recientes, el físico Erwin Schrödinger
ha insistido en la importancia de esta clase de cuestiones para relativizar la
pretendida prioridad ontológica de la materia sobre la conciencia.
Otros dualismos
Existen
también otras formas de dualismo, entre las que mencionaremos las cuatro más
importantes.
Ø Paralelismo
psicofísico: el paralelismo fue desarrollado por Gottfried Wilhelm Leibniz. Las
tesis centrales son:
a) Espíritu
y materia son dos sustancias diferentes.
b) Dichas
sustancias no interactúan entre sí.
c) Sino
que actúan en paralelo, pero de modo sincronizado.
De
este modo se superarían los problemas del dualismo interaccionista, pues ya no
habría que buscar un lugar en el cerebro donde se produjera la interacción. Sin
embargo, este planteamiento arroja nuevas preguntas. Si quiero ir al
frigorífico (proceso mental), normalmente voy al frigorífico (proceso físico).
¿Cómo puede ser que entre mente y materia no se produzcan efectos recíprocos?
El paralelismo responde a esto que los sucesos mentales y materiales corren de
forma paralela, al igual que relojes sincronizados. Intuitivamente, parecería
una casualidad increíble que en todos los seres que experimentan fenómenos
mentales la maquinaria física corriera exactamente de forma paralela a dichos
fenómenos, pero Leibniz atribuyó la razón de ese paralelismo a la acción de
dios.
Ø Ocasionalismo:
el ocasionalismo ha sido defendido, entre otros, por Nicolás Malebranche. La
idea es la siguiente: cuando quiero hacer algo se está produciendo un suceso
inmaterial en mi espíritu. Dios conoce ese hecho y hace que el cuerpo se ponga
en movimiento.
Ø Epifenomenalismo:
el Epifenomenalismo entiende la conexión entre mente y materia como una
relación de un solo sentido: la materia actúa sobre la mente inmaterial, pero
no a la inversa. Sin embargo, el Epifenom
Ø Enalismo
plantea problemas similares a los del dualismo interaccionista. ¿en qué lugar
se produce el efecto sobre la mente? ¿cómo se produce dicho efecto? Todavía hoy
hay defensores del epifenomenalismo. Uno de ellos era, hasta hace poco, Frank Jackson.
Dualismo
de propiedades: el dualismo de propiedades ha experimentado un renacimiento en
los últimos años debido a un libro de David Chalmers. el dualismo de
propiedades puede incluirse entre los dualismos sólo con ciertas reservas. Al
contrario que los demás, con respecto a la sustancia es un monismo; es incluso
compatible con la tesis de que todo se compone de pequeñas partículas físicas.
Sostiene, no obstante, que hay propiedades no materiales. Chalmers califica a
la propiedad de "ser experimentado de determinada manera" (los
qualia) de propiedad no material. Sus reflexiones se apoyan en el concepto de
superveniencia y en la lógica de las explicaciones reductivas.
Respuestas monistas al problema
mente-cuerpo
El
monismo, en contraposición al dualismo, afirma que sólo hay una substancia. Hoy
en día casi todos los monismos son materialistas. Así, pues, afirman que la
única substancia existente es la materia. No obstante, son posibles otras formulaciones:
podría también afirmarse que no hay materia, sino sólo espíritu. Tal monismo
idealista tiene pocos defensores en la actualidad. Una tercera posibilidad
consiste en suponer una substancia que no es ni materia ni espíritu. Lo mental
y lo físico serían propiedades de esa única substancia. Esta posición fue
defendida por Baruch Spinoza y popularizada por Ernst Haeckel en el siglo XIX.
Este monismo se asemeja al dualismo de propiedades. En lo que sigue nos
ocuparemos únicamente de los monismos materialistas clásicos.
Descartes primer filósofo de la mente
Los
origines de la filosofía de la mente pueden remontarse al filósofo francés René
Descartes (siglo XVII) quien se había
propuesto el ambicioso objetivo de
describir la distinción fundamental entre el alma y el cuerpo humano. A través
de su característico modo metódico, descartes cuestionó y eventualmente llego a
dudar de todos los tipos de conocimiento, desde la información que nos dan los
sentidos a las aparentes certezas de la matemática.
Llegó
a preguntarse si era posible dudar de todo, incluso de su propia existencia.
Finalmente arribó a la conclusión de que había algo de lo que no se podía
dudar: “cogito ergo sum” (que en latín significa “pienso luego existo”). Si bien no era posible conocer el mundo
exterior con absoluta certeza, los contenidos de nuestra mente garantizaban
nuestra existencia.
Descartes
dice: “yo no soy esa reunión de miembros que se llama cuerpo humano. No soy un
aire tenue y penetrante difundido por todos estos miembros. Pero ¿Qué soy pues? Una cosa que piensa. ¿Que es
una cosa que piensa? Es una cosa que duda, que concibe, que afirma, que niega,
que quiere, que no quiere, que también imagina, y siente.”
La
visión de descartes sobre la mente o la persona, el ser humano es que la
persona está conformada por dos entidades: el cuerpo, y la mente, y según
descartes la mente es algo radicalmente distinto al cuerpo, la mente es una
sustancia no espacial e inmaterial, el cuerpo una sustancia física
tridimensional y según descartes se relacionan en la manera en que podemos conocernos:
conocemos sobre nuestra mente por una especie de observación interna de la
mecánica de esta cosa .
Al
considerar el dualismo se presenta una alternativa obvia: el monismo. Si el
dualismo dice que la mente y el cerebro son dos cosas muy diferentes, entonces
el monismo sostiene que, en realidad, es una sola cosa. Hoy en día, la forma
predominante del monismo es el materialismo.
Dualista sustancialista
Históricamente,
hay dos posiciones básicas sobre la relación entre la mente y el cerebro: el
dualismo y el materialismo. El dualismo es la posición de descartes: la mente
es una entidad separada del cerebro de
una naturaleza muy diferente. Él pensaba que
la diferencia tenía que ver con el hecho
de que la mente es una sustancia no espacial no extensa y la esencia de
la mente es pensante; el cerebro es una sustancia física extensa con lo cual se trata de dos cosas totalmente
diferentes .
Él
tenía problemas para explicar cómo se relacionan entre si, cómo interactúan,
esta visión se adapta muy bien a la
perspectiva religiosa ya que permite que la mente exista sin el cerebro
persistiendo así después de la muerte.
Descartes
era un dualista sustancialista porque creía que había dos tipos diferentes de
sustancias en el mundo: la extensa y la
pensante (res extensa y res pensante). Para descartes yo puedo estar seguro de
que pienso y, por lo tanto, de la realidad de mi propia existencia, pero ¿cómo
puedo llegar a conocer la realidad de las otras mentes? Esto es lo que se
denominó el problema de las otras mentes. Llevada al extremo la certeza de
descartes sobre su propia existencia y su escepticismo sobre el conocimiento
del mundo exterior podría llevarnos a la conclusión de que es imposible conocer
algo acerca de las otras mentes y que, en realidad, lo único que realmente
existe soy yo y mis estados mentales. Esto es lo que se conoce como solipsismo.
El solipsismo no es una alternativa atractiva y los filósofos han buscado
soluciones más satisfactorias para el problema de las otras mentes.
El segundo wittgenstein y el problema de
las otras mentes.
En
su prestigiosa obra investigaciones filosóficas el filósofo austríaco Ludwig Wittgenstein
intentó desentrañar el problema de las otras mentes: él sostuvo que no existe
un lenguaje privado en el que una palabra se refiera solo a un estado interno
de un sujeto completamente incomprensible para otro.
En
otras palabras, si una persona crece completamente aislada nunca desarrollará
un lenguaje propio que le permita describir su vida mental. El lenguaje existe
únicamente dentro de un contexto público, y una de sus funciones es tomar
nuestras experiencias y hacerlas públicas para las otras mentes. Por lo tanto,
el hecho de que seamos capaces de expresar la experiencia de nuestros estados
mentales, determina en sí la existencia de las otras mentes.
Wittgenstein
dice: “si uno se tiene que imaginar el dolor del otro según el modelo propio no
es una cosa tan fácil. Porque por el dolor que siento me debo imaginar un dolor
que no siento, es decir, que lo que debo hacer no es sencillamente hacer una
transición en mi imaginación de un lugar de dolor a otro, como del dolor en la
mano al dolor en el brazo. El sujeto del dolor es aquel que lo expresa”
El problema de la casualidad mental
¿Cómo
interactúa la mente y el cuerpo?, ¿De qué manera el impulso de mover mi mano
hacia un lado y hacia el otro se traduce en el acto de saludar?, ¿De qué manera
una idea pasa a ser un invento?, ¿Influyen sobre el mundo exterior los
contenidos de mi mente? ¿O es pura ilusión?
La
pregunta tiene que ver con la causalidad: ¿De qué manera el pensamiento x puede
causar la acción y?
El
dualismo cartesiano afirma que hay dos órdenes de causalidad: el mental y el
físico. Sin embargo, la ciencia moderna concibe al mundo como causalmente
cerrado: todo lo que sucede tiene sólo una causa física.
Conductismo
El
conductismo ha sido la corriente dominante en la filosofía de la mente durante
la primera mitad del siglo XX. En la psicología surgió como reacción al
problema de la introspección: cuando mediante la introspección alguien habla de
su mundo mental interior, no hay manera (o no la había entonces) de comprobar
la veracidad de sus declaraciones. Pero sin posibilidad de verificación, dicen
los conductistas, no hay ciencia posible. ¿Cuál es la solución para la
psicología? Debería renunciar a ocuparse de la vida íntima mental y la
introspección y, en vez de eso, concentrarse en el comportamiento observable.
Paralelamente
a estos desarrollos de la psicología fue surgiendo un conductismo filosófico.
Este se caracteriza por un verificacionismo que considera carentes de sentido
las declaraciones sobre la vida íntima mental que no pueden ser comprobadas.
Sin embargo, ¿Qué son los estados mentales si no conforman una vida íntima mental
de la que se pueda dar cuenta mediante la introspección? Los conductistas
responden: los estados mentales son descripciones de la conducta o
disposiciones.
El
conductismo filosófico ha sufrido una decaída desde la última mitad del siglo
veinte, coincidiendo con el ascenso del cognoscitivismo. Los cognoscitivistas
rechazan el conductismo debido a varios problemas que consideran insostenibles.
Por ejemplo, se puede pensar que el conductismo es contra-intuitivo al afirmar
que cuando alguien habla de sus punzantes dolores de cabeza esté hablando de su
conducta.
Teoría de la identidad
La
teoría de la identidad, desarrollada por John Smart y Ullin t. Place, fue la
reacción al fracaso del conductismo. Si los estados mentales son algo material,
pero no conducta, habrá que suponer que son idénticos a los estados físicos
internos. De esto se sigue inmediatamente que un estado mental m no es otra
cosa que un estado cerebral. El estado mental "deseo de un café" no
sería otra cosa que "la activación de determinadas neuronas de
determinadas regiones cerebrales".
La
teoría de la identidad experimentó un impulso debido a los avances de la
neurociencia. Los actuales procedimientos de monitorización proporcionan nuevos
conocimientos acerca del funcionamiento del cerebro.
Pese
a una cierta plausibilidad inicial, la teoría de la identidad tiene que
enfrentarse con al menos un serio problema, la realización múltiple, tal como
la formuló Hilary Putnam. Parece claro que no sólo los seres humanos, sino
también por ejemplo los anfibios, o los alienígenas si los hubiera, pueden
padecer dolores. Pero parece improbable que todos los seres con los mismos
dolores se encuentren en el mismo estado cerebral. Pero si no es ese el caso,
entonces el dolor no puede ser idéntico a un determinado estado cerebral. De
modo que la teoría de la identidad carece de fundamento empírico.
Incluso
si sucediera que un determinado estado cerebral está ligado en cada caso con un
único estado "mental" de la persona, esta correlación absoluta entre
estado mental y estado cerebral no significaría necesariamente que ambos
estados son de hecho uno y el mismo.
Otro
problema de la teoría de la identidad radica en que, ciertamente, puede
describir el "deseo de tomar un café" por medio de un determinado
estado cerebral; sin embargo, la declaración acerca del estado cerebral sólo
tiene significado si sabemos lo que significa sentir el deseo de tomar un café.
Así pues, un lenguaje neurocientífico sobre los procesos mentales no puede
prescindir del contenido semántico del lenguaje corriente, que expresa tanto
los procesos mentales como el deseo de tomar un café, y no puede por tanto
sustituirlo, como se pretende.
Pese
a estos problemas, hoy en día se da un cierto renacimiento de la teoría de la
identidad, debido sobre todo a Jaegwon Kim.
Funcionalismo
El
funcionalismo fue desarrollado, entre otros por Hilary Putnam, como reacción a
los problemas de la teoría de la identidad. La idea es la siguiente: si los
seres con estados cerebrales diferentes pueden tener el mismo estado mental
(con lo que la teoría de la identidad se revela falsa), ha de existir no
obstante algo que los estados cerebrales tengan en común. La solución de los
funcionalistas consiste en subsumir los distintos estados cerebrales bajo el
mismo estado funcional. Los estados mentales serían entonces estados
funcionales.
Pero
¿Qué son los estados funcionales? A menudo se explica utilizando el ejemplo de
una sencilla máquina automática. Imaginemos una máquina expendedora que por
cada moneda da una golosina. La máquina puede describirse por medio de sus
diferentes estados. Ha de haber un estado en el que la máquina expulse la
golosina sin pedir más monedas. Pero ha de haber también estados en los que la
máquina pida una moneda de 50 o 20 céntimos más para expulsar algo. En clave de
la teoría de autómatas, la máquina expendedora de golosinas puede describirse
completamente de esta manera, por medio de estados funcionales abstractos. Lo
fundamental del ejemplo está en que la descripción es válida con independencia
de cómo esté hecha la máquina. La analogía es clara: los estados mentales son
estados funcionales independientemente de los estados cerebrales concretos que
los produzcan.
Materialismo no reductivo
Para
muchos filósofos hay dos convicciones que van juntas:
El
materialismo es cierto, los estados mentales han de ser estados materiales. Todas
las propuestas reductivas concretas son insatisfactorias: los estados mentales
no pueden reducirse a conductas, estados cerebrales o estados funcionales.
Esto
nos lleva a la pregunta de si puede haber un materialismo no reductivo. El
monismo anómalo de Donald Davidson es un intento de formular tal tipo de
materialismo.
Esta
idea se formula a menudo con el concepto de superveniencia: los estados
mentales supervienen sobre los estados físicos, pero no son reducibles a ellos.
"superveniencia" describe ahí una relación de dependencia: lo mental
no puede cambiar sin que haya cambios físicos.
Entre
otras alternativas al monismo reduccionista, también se encuentra el
fisicalismo no reduccionista propuesto por Malcolm Jeeves, profesor de filosofía
de la universidad de St. Andrews en escocia, y Warren Brown, profesor de
psicología en el Fuller Theological Seminary en California. Para estos autores,
su “fisicalismo” estriba en sostener que no es necesario postular para el alma
o la mente una segunda entidad metafísica. Para esta postura, el alma o la
mente están fisiológicamente expresadas o encarnadas en nuestra persona, pero
no cabe una explicación exhaustiva de esta en virtud de un análisis
exclusivamente biologicista. Su propuesta se encamina a reconciliar nuestros
puntos de vista sobre cuerpo y alma –mente y cerebro– considerándolos en el
conjunto de la persona. “nosotros somos almas, no tenemos almas”, señalan como
una frase que pretende resumir acertadamente su pensamiento.
Materialismo eliminativo
Si
se es materialista, se considera que los esfuerzos reductivos han fracasado y
que un materialismo no reductivo es incoherente, puede recurrirse a una última
opción y afirmar: "no hay estados mentales".8 pero ¿no es esto
completamente absurdo? Los materialistas eliminativos afirman que los estados
mentales han sido introducidos por nuestra psicología popular. Si ahora, con
los avances científicos, la psicología popular se revela falsa, también
habremos de acabar con las entidades por ella postuladas. En este punto,
eliminativistas como por ejemplo patricia y Paul Churchland a menudo señalan el
destino de otras teorías falsas a lo largo de la historia. Por ejemplo, la
brujería se ha mostrado falsa. La consecuencia es la aceptación de la no
existencia de brujas.
La
visión del mundo según la cual todo es materia siguiendo leyes físicas, y en la
que el cerebro es la única realidad existente en los mal denominados
"fenómenos mentales", es criticada usualmente por partidarios de una
visión mentalista o dualista, incluyendo casos de emergentistas que piensan que
la mente es algo que "emerge" y se separa ontológicamente del cuerpo.
Estas críticas apelan a la realidad de los "qualia" y la consciencia
dado que son directamente percibidos. Martín López Corredoira, desde una
posición materialista, sale al paso de esos argumentos: tales percepciones son
una pura ilusión, una fantasía, sueños sobre algo irreal.
Crítica de la filosofía del lenguaje al
problema mente-cuerpo
Todo
intento de resolver el problema mente-cuerpo se topa con serios problemas, en
particular problemas conceptuales. Cabe por tanto la posibilidad de rechazar el
problema mente-cuerpo como un falso problema. Esta posición es defendida hoy en
día en particular por la filosofía analítica, siguiendo a Ludwig Wittgenstein.
Los defensores de esta posición explican que es un error preguntarse cómo se
ajustan los estados mentales y los biológicos. Más bien debería aceptarse que
los seres humanos pueden describirse de formas diversas: por ejemplo, en
términos mentales o biológicos. A juicio de la tradición Wittgensteniana los
falsos problemas surgen cuando se intenta reducir una forma de descripción a
otra, o también cuando se emplea el vocabulario mental en el contexto
equivocado. Este es por ejemplo el caso cuando se buscan estados mentales en el
cerebro. El cerebro es, sencillamente, el contexto equivocado para la
utilización del vocabulario mental. La búsqueda de estados mentales en el
cerebro es, por tanto, un error categorial o una pura confusión de conceptos.
En
la actualidad esta posición es defendida por intérpretes de Wittgenstein, como
Peter Hacker. También Hilary Putnam, el iniciador del funcionalismo, sostiene
que el problema mente-cuerpo es un falso problema que se disuelve acudiendo a
Wittgenstein.
El naturalismo y sus problemas
La
tesis del materialismo es que la mente es algo material. El problema
fundamental de esta posición es que la mente tiene propiedades que ningún
objeto material posee. El materialismo debe por tanto explicar cómo puede ser
que a un objeto material le correspondan, no obstante, esas propiedades. A
menudo se denomina al proyecto de acometer esta explicación "naturalización
de la mente". ¿Cuáles son las propiedades críticas? Las más conocidas son
las dos siguientes:
Qualia
Muchos
estados mentales tienen la propiedad de ser experimentados de maneras diversas.
Lo esencial del estado mental dolor es, evidentemente, que hace daño. Pero ¿De
dónde viene esa experiencia (los qualia)? En un estado neuronal o funcional
nada indica que vaya acompañado de una experiencia de dolor. A menudo el
argumento se formula también como sigue: los acontecimientos cerebrales no
pueden (aún) explicar, por qué se dan acompañados de las vivencias
correspondientes. ¿Por qué muchos procesos cerebrales tienen lugar con un
destello en la conciencia? No parece posible explicarlo.
Parece,
no obstante, que las ciencias deberían explicar esas vivencias. Esto se deduce
de la lógica de las explicaciones reductivas. Si pretendo explicar reductivamente
un fenómeno, he de explicar también por qué tiene el fenómeno todas las
propiedades que tiene. En el caso de los estados mentales eso significa que
habría de explicarse por qué tienen la propiedad de ser experimentados de
determinada manera.
Los
qualia (singular: quale, en latín y español) son las cualidades subjetivas de
las experiencias individuales. Por ejemplo, la rojez de lo rojo, o lo doloroso
del dolor.
Los
qualia simbolizan el vacío explicativo que existe entre las cualidades
subjetivas de nuestra percepción y el sistema físico que llamamos cerebro. Las
propiedades de las experiencias sensoriales son, por definición,
epistemológicamente no cogniscibles en la ausencia de la experiencia directa de
ellas; como resultado, son también incomunicables. La existencia o ausencia de
estas propiedades es un tema calurosamente debatido en la filosofía de la mente
contemporánea.
Los
qualia han desempeñado un papel importante en la filosofía de la mente,
principalmente porque son vistos como una refutación de facto del fisicalismo.
Hay un debate sobre la precisa definición de los qualia dado que varios
filósofos enfatizan o niegan la existencia de ciertas propiedades.
Por
su parte, Daniel Dennett identifica cuatro propiedades que son comúnmente
adscritas a los qualia, esto es, los qualia son:
- Inefables;
esto es, no pueden ser comunicados o aprendidos por otros medios
diferentes a la experiencia directa.
- Intrínsecos;
esto es, son propiedades no relacionales, que no cambian dependiendo de la
relación de la experiencia con otras cosas.
- Privados;
esto es, todas las comparaciones interpersonales de los qualia son
sistemáticamente imposibles.
Directamente
o inmediatamente aprehensibles en la conciencia esto es, la experiencia de un
quale es saber que uno experimenta un quale, y saber todo ello es saber acerca
del quale.
Es
importante notar que el quale no tiene el estatus de las propiedades
observadas, las cuáles existen seguramente, pero podrían ser erróneas. En su
lugar el concepto de qualia es el primero y el más dependiente de su propia
definición, y la existencia de los qualia es predicada sobre la existencia de
las propiedades que llenan su definición. Así si fuéramos a descubrir que
existe una de tales propiedades como "qué es tener cierta
experiencia" pero esta propiedad fuera conocible por otros, no sería un
quale.
Intencionalidad
La
intencionalidad describe la capacidad de los estados mentales de estar
dirigidos hacia o encontrarse en relación con algo, lo que hace también que
puedan asignárseles valores de verdad. Esto significa que las ideas pueden ser
verdaderas o falsas. En principio esto puede no tener nada de extraño; sin
embargo, cuando se pretende reducir las ideas a procesos naturales surge un
problema: los procesos naturales no son verdaderos o falsos, simplemente
suceden. No tendría sentido decir que un proceso natural es verdadero o falso.
Pero las ideas o los juicios mentales son verdaderos o falsos, ¿Cómo pueden
entonces las ideas ser procesos naturales?
La
posibilidad de asignar a las ideas valores de verdad se debe a que las ideas
apuntan a hechos. Así, por ejemplo, la idea de que Heródoto fue historiador se
refiere a Heródoto y al hecho de que fue historiador. Si se da el hecho, la
idea es verdadera; de lo contrario, es falsa. Pero ¿de dónde procede esta
relación? En el cerebro se producen únicamente procesos electroquímicos y estos
parecen no tener nada que ver con Heródoto.
La filosofía de la mente y las ciencias
de la naturaleza
Los
humanos son seres corporales y, como tales, pueden ser descritos por las
ciencias naturales. Puesto que los procesos mentales no son independientes de
los procesos corporales, la descripción que las ciencias de la naturaleza hacen
de los humanos jueguen un importante papel en la filosofía de la mente. Aquí
son relevantes todas las disciplinas que describen procesos relacionados con lo
mental. En consecuencia, la lista de las ciencias relevantes es larga:
biología, informática, ciencia cognitiva, cibernética, lingüística, medicina,
farmacología, psicología, etc.
El
trasfondo teórico de la biología, como sucede en las ciencias naturales
modernas en general, tiene un planteamiento materialista. Objeto de estudio son
en primer lugar los procesos físicos, que son contemplados como fundamento de
la actividad mental y de la conducta. El éxito creciente de la biología en la
explicación de los fenómenos mentales se entiende sobre todo por la ausencia de
refutación del supuesto fundamental: no hay "ningún cambio de los estados
mentales de una persona sin un cambio en su cerebro".
Dentro
de la neurobiología hay diversas disciplinas que se ocupan de la relación entre
los procesos mentales y los físicos:
- La
fisiología sensorial investiga la relación entre los procesos de
percepción y estimulación.
- La
neurociencia cognitiva correlaciona los procesos mentales con los procesos
neuronales.
- La
neuropsicología describe la dependencia de las facultades mentales
respecto de regiones cerebrales concretas.
Por
último, la biología, mediante su planteamiento evolucionista, muestra que el
sistema nervioso humano, en cuanto base de la mente, se ha ido desarrollando
tanto ontogenética como filogenéticamente a partir de estadios previos más
simples.
El
progreso metodológico de las neurociencias, en particular la introducción de
los procedimientos de monitorización, condujo en años pasados de manera
creciente a la elaboración de ambiciosos programas de investigación: en la
agenda se encuentra el descubrimiento y comprensión de los procesos neuronales
correspondientes a las funciones mentales. Unos pocos neurobiólogos, como Emil Du
Bois-Reymond y John Eccles han negado la posibilidad de una
"reducción" de los fenómenos mentales a procesos cerebrales, en parte
por razones religiosas. Hoy en día, el neurobiólogo y filósofo Gerhard Roth
defiende una forma del, así denominado por él, "materialismo no
reductivo".
Informática
La
informática se ocupa del procesamiento automático de informaciones (o al menos
de sistemas físicos de símbolos a los que se asigna información), tal como
hacen las computadoras. Desde su comienzo, las computadoras han sido capaces de
desarrollar acciones para las que una persona necesita su mente. Un ejemplo es
la multiplicación. Pero está claro que las computadoras no utilizan una mente
para multiplicar. ¿Podrían, no obstante, llegar algún día a tener una mente?
Esta pregunta ha experimentado un enorme impulso con las investigaciones en el
campo de la inteligencia artificial.
En
la IA (inteligencia artificial) hay que distinguir entre un programa de investigación
modesto y otro más ambicioso: es la distinción de John Searle entre la IA débil
y la fuerte. La IA débil tiene por único objetivo simular estados mentales, sin
pretender por ello que las computadoras tengan realmente conciencia, etc. El
objetivo de la ia fuerte, por el contrario, es una computadora con conciencia.
La ia fuerte se remonta al pionero de la computación Alan Turing. Como
respuesta a la pregunta "¿Pueden pensar las computadoras?" él formuló
el célebre test de Turing. Turing pensaba que una computadora podría pensar
cuando en un "chat" fuera indistinguible de una persona. El test de Turing
ha recibido muchas críticas, entre otros de John Searle, con su experimento mental
de la "habitación china". Por lo demás, queda aún sin respuesta la
pregunta acerca de una posible sensibilidad (qualia) de las computadoras o
robots. En este punto la mayoría de los informáticos son poco optimistas.
Algunos
científicos del campo de la informática creen en la actualidad que su
especialidad puede aportar una nueva contribución al problema mente-cuerpo.
Suponen que a partir de la acción recíproca entre software y hardware, que se
produce en toda computadora, es posible que algún día se puedan descubrir
teorías que nos ayuden a comprender la acción recíproca entre la mente humana y
el cerebro.
Psicología
La
psicología es la ciencia que investiga directamente la conducta y los procesos
mentales. Investiga en concreto estados mentales como la alegría, el temor o
las obsesiones. La psicología investiga ahí las leyes que ligan los estados
mentales entre sí o con el input y output de las personas.
Ejemplos
de esto nos los proporciona, por ejemplo, la psicología de la percepción. Esta
ha descubierto principios generales de la percepción de las formas. Una ley de la
psicología de la forma dice: los objetos que se mueven en el mismo sentido se
perciben como relacionados entre sí. Esta ley describe una relación entre el
input visual y los estados perceptivos mentales. No obstante, esto no dice aún
nada acerca de la naturaleza de los estados perceptivos. Las leyes descubiertas
por la psicología son compatibles con todas las respuestas al problema
mente-cuerpo ya descritas.
Consecuencias de la filosofía de la
mente
Hay
incontables temas que se ven afectados por los resultados de la filosofía de la
mente. Claros ejemplos de ello son la naturaleza de la muerte y su carácter
definitivo, la naturaleza de las emociones, de la percepción y de la memoria.
También la cuestión acerca de qué es una persona y en qué consiste su identidad
tiene mucho que ver con la filosofía de la mente. Hay dos temas que, en
conexión con la filosofía de la mente, han despertado especial atención: la
libertad y el yo.
Libertad
En
el contexto de la filosofía de la mente la cuestión acerca de la libertad de la
voluntad se plantea con renovada intensidad. Esto es así al menos para
materialistas y deterministas. Según ellos, las leyes naturales determinan por
completo el curso que sigue el mundo material. Los estados mentales –también
por tanto la voluntad humana– serían, en virtud de ello, estados materiales. De
modo que la voluntad y el actuar estarían completamente determinados por las
leyes naturales. Algunos llevan la argumentación un poco más lejos: las
personas no pueden determinar por sí mismas lo que quieren y hacen. En
consecuencia, no son libres.
Esta
argumentación es rechazada, por una parte, por los compatibilistas. Estos
señalan que la pregunta "¿somos libres?" sólo puede responderse una
vez se ha concretado qué se quiere decir con "libre". Y, así sigue su
argumentación, no se debería identificar libertad con indeterminación. Con
libertad debería significarse más bien el querer y actuar según el mejor saber
y entender. En este sentido la persona puede también ser libre aun cuando el
determinismo sea cierto. El compatibilista más conocido de la historia de la
filosofía fue David Humé. Hoy en día esa posición es defendida, por ejemplo,
por Daniel Dennett.
Immanuel
Kant rechazó el determinismo de la voluntad y defendió el libre albedrío. No
obstante, hay también incompatibilistas que opinan que la voluntad de las
personas es libre. Estos filósofos afirman que el curso del mundo no está
completamente determinado por las leyes naturales: al menos la voluntad no ha
de estarlo y, por tanto, es potencialmente libre. El incompatibilistas más
conocido de la historia de la filosofía fue Immanuel Kant. Los críticos con
esta posición acusan al incompatibilismo de emplear un concepto de libertad
incoherente. Argumentan de la siguiente manera: si nuestra voluntad no está
determinada por nada, entonces queremos lo que queremos por pura casualidad. Y
si lo que queremos es puramente casual, no somos libres. De manera que si
nuestra voluntad no está determinada por nada, no somos libres.
Yo
Por
lo demás, la mente ha tenido importantes consecuencias para el concepto de yo.
Si por "yo" se entiende el núcleo esencial inmutable de una persona,
la mayoría de los filósofos de la mente afirmarán que no existe tal cosa. La
idea de un yo como núcleo esencial inmutable surge de la idea platónica de un
alma inmaterial "invisible" pero que se halla dentro de nosotros y de
todos los seres vivos del planeta, ya sea animales o plantas. Tal idea es
inaceptable para la mayoría de los filósofos actuales, debido a sus presupuestos
materialistas. No obstante, a la luz de los resultados empíricos de la
psicología del desarrollo, la biología del desarrollo y la neurociencia,
tampoco la idea de un núcleo esencial material constante –plasmado, por
ejemplo, en un área invariable del cerebro– parece plausible.
En
vista de este problema, algunos filósofos afirman que deberíamos dejar de
hablar de un yo. De todos modos esta es una posición minoritaria; más extendida
está la opinión siguiente: por "yo" no debería entenderse un núcleo
esencial inmutable, sino algo que se encuentra en permanente cambio. Un conocido
defensor de esta postura es Daniel Dennett.
Cuarto de Mary
El
cuarto de Mary, también conocido como Mary la súper-científica, es un
experimento mental propuesto por Frank Jackson en su artículo epiphenomenal
qualia de 1982, y extendido en What Mary didn't know, de 1986. El experimento
tiene la intención de motivar lo que Jackson denominó el argumento del
conocimiento contra el fisicalismo.
El
debate que surgió a partir de su publicación ha dado lugar a una antología
titulada There's something about Mary, publicada en el año 2004, y que incluye
respuestas de filósofos como Daniel Dennett, David Lewis y Paul Churchland.
El experimento mental
El
pasaje donde Jackson introdujo el experimento mental dice:
Mary
es una científica brillante que está, por alguna razón, forzada a investigar el
mundo desde un cuarto blanco y negro a través del monitor de una televisión en
blanco y negro. Se especializa en la neurofisiología de la visión y adquiere,
supongamos, toda la información física que hay para obtener acerca de lo que
sucede cuando vemos tomates maduros, o el cielo, y usa términos como
"rojo", "azul", etc. Ella descubre, por ejemplo, justo qué
combinación de ondas del cielo estimulan la retina, y exactamente cómo esto
produce a través del sistema nervioso la contracción de las cuerdas vocales y
la expulsión de aire de los pulmones que resulta en la pronunciación de la
oración "el cielo es azul". ¿Qué sucederá cuando Mary sea liberada de
su cuarto blanco y negro o se le dé una televisión con monitor en color? ¿Aprenderá
algo o no? Parece obvio que aprenderá algo acerca del mundo y nuestra
experiencia visual de él. Pero entonces es innegable que su conocimiento previo
era incompleto. Pero tenía toda la información física. Ergo hay algo más a
tener que eso, y el fisicalismo es falso.
En
otras palabras, Mary es una científica que tiene toda la información física
acerca de los colores, pero nunca ha experimentado los colores. La pregunta es:
una vez que experimente los colores, ¿aprenderá algo nuevo? Si la respuesta es
sí, entonces significa que la información física no es todo lo que hay para
saber acerca del mundo, y por lo tanto el fisicalismo es falso. El argumento
puede reconstruirse así:
a) Mary
tiene toda la información física acerca de la visión humana del color antes de
ser liberada.
b) Pero
existe alguna información acerca de la visión humana del color que Mary no
posee antes de ser liberada.
c) Por
lo tanto, no toda la información acerca de la visión humana del color es
física.
Daniel Dennett
Daniel
Dennett argumenta que de hecho, Mary no aprendería nada nuevo cuando saliera
del cuarto en blanco y negro y viera el color rojo. Dennett afirma que si ella
realmente supiera "todo acerca de los colores", ese conocimiento
necesariamente incluiría una comprensión profunda de por qué y cómo la
neurología humana nos hace sentir los "qualia" de los colores. Por lo
tanto, Mary ya sabría exactamente qué esperar del color rojo, aun antes de
salir del cuarto. Dennett argumenta que aunque no podamos concebir un
conocimiento tan profundo, si la premisa irreal del experimento mental es que Mary
sabe todo lo que hay para saber acerca de los colores, no podemos asumir que
porque no podamos concebir o describir tal conocimiento, ese conocimiento sea
imposible. En consecuencia, Dennett concluye que el experimento no provee un
argumento sólido en favor de la existencia de los qualia.
Conciencia
La
conciencia (del latín conscientia 'conocimiento compartido', pero diferente de
consciencia, ser conscientes de ello) se define en general como el conocimiento
que un ser tiene de sí mismo y de su entorno1, pero también se refiere a la
moral o bien a la recepción normal de los estímulos del interior y el exterior.
Conscientĭa significa, literalmente, «con conocimiento» (del latín cum
scientĭa).
Conciencia en humanos
En
la especie homo sapiens, la conciencia implica varios procesos cognitivos
interrelacionados. Se traduce del griego sy‧néi‧dē‧sis,
de syn -'con'- y éi‧dē‧sis -'conocimiento'-, de modo que significa
co-conocimiento, o conocimiento con uno mismo. Conciencia se refiere al saber
de sí mismo, al conocimiento que el espíritu humano tiene de su propia
existencia, estados o actos. Conciencia se aplica a lo ético, a los juicios
sobre el bien y el mal de nuestras acciones. Una persona cloroformizada recobra
la conciencia al cesar los efectos del anestésico. Una persona "de
conciencia recta" no comete actos socialmente reprobables.
La
conciencia en psiquiatría puede también definirse como el estado cognitivo no
abstracto que permite la interactuación, interpretación y asociación con los
estímulos externos, denominados realidad. La conciencia requiere del uso de los
sentidos como medio de conectividad entre los estímulos externos y sus
asociaciones.
Los
humanos adultos sanos tienen conciencia sensitiva y conciencia abstracta,
aunque también el pensamiento abstracto se presentaría en otras especies
animales, hasta un punto que debe clarificarse, no así los filósofos como Aristóteles
que afirman y demuestran que el ser humano es un animal pero racional a
diferencia de los demás, así es como comprobaron que algunas especies animales
tiene una conciencia rudimentaria de sí mismos.
Conciencia en animales no humanos
El 7
de julio de 2012, científicos prominentes de diferentes ramas de las neurociencias
se dieron cita en la Universidad de Cambridge para celebrar la Francis Crick Memorial
Conference, la cual trató sobre conciencia en animales humanos y no humanos. Al
finalizar las conferencias se firmó, en presencia de Stephen Hawking, la "Cambridge
Declaration on Consciousness” (declaración de Cambridge sobre la conciencia, la
cual resumió los hallazgos más importantes de la investigación allí expuesta y
discutida:
"Decidimos
llegar a un consenso y hacer una declaración para el público que no es
científico. Es obvio para todos en este salón que los animales tienen
conciencia, pero no es obvio para el resto del mundo. No es obvio para el resto
del mundo occidental ni el lejano oriente. No es algo obvio para la
sociedad."
Conciencia e inteligencia artificial
Existen
dudas sobre la naturaleza de la conciencia, y no se sabe con seguridad si la
conciencia como fenómeno cognitivo es sólo el resultado de la complejidad
computacional o un fenómeno emergente de la materia. Roger Penrose se ha
ocupado del problema de la realidad física de la inteligencia y ha analizado
diversas pretensiones teóricas por parte de la inteligencia artificial de
simular o construir artefactos que posean algún tipo de conciencia. Penrose
clasifica las posturas actuales ante la cuestión de si la conciencia es o no
computable algorítmicamente:
- Todo
pensamiento es un proceso de computación, es decir, en particular la
percepción de uno mismo y la autoconciencia son procesos emergentes que
son resultado directo de la computación o algoritmo adecuados.
- La
conciencia es una consecuencia del tipo de acción física que ocurre en el
cerebro, y aunque cualquier acción física puede simularse apropiada a
través de medios computacionales, el hecho de que se lleve a cabo un
proceso de simulación computacional del cerebro no comportaría, por sí
mismo, la aparición auténtica de la autoconciencia.
- La
realización de cierta actividad física en el cerebro es lo que lleva a la
aparición de la autoconciencia en el ser humano; sin embargo, aunque
puede ser reproducida artificialmente, dicha acción no puede simularse
algorítmicamente.
- La
conciencia de tipo humano no puede entenderse propiamente en términos
físicos, computacionales o científicos de otro tipo.
El
punto de vista d claramente niega la posibilidad de comprensión científica de
la conciencia. Muchos investigadores del campo de la inteligencia artificial,
en particular los más optimistas sobre sus logros, se adhieren a la postura a.
John Searle sería más bien un partidario de la postura b, y el propio Penrose
ha argumentado fuertemente en su trabajo por la postura c, relacionándola con
varios otros problemas abiertos de la física como la teoría cuántica de la
gravedad.
Voluntad
Voluntad
es la facultad de decidir y ordenar la propia conducta. Propiedad que se
expresa de forma consciente en el ser humano y en otros animales para realizar
algo con intención con un resultado.
Marco introductorio
La
palabra voluntad proviene del latín voluntas-voluntatis (verbo: volo=poder y
sufijo tas,tatis= -dad, -idad en castellano) y consiste en la capacidad de los
seres humanos y de otros animales que les mueve a hacer cosas de manera
intencionada. Es la facultad que permite al ser humano gobernar sus actos, decidir
con libertad y optar por un tipo de conducta determinado. La voluntad es el
poder de elección con ayuda de la conciencia.
El
actuar humano está orientado por todo aquello que aparece como la mejor opción,
desde las actividades recreativas hasta el empeño por mejorar en el trabajo,
sacar adelante a la familia o ser productivos y eficientes. La voluntad opera
principalmente en dos sentidos:
De
manera espontánea, debido a la motivación y convencimiento de realizar ese
algo, como salir a pasear con alguien, iniciar una afición o pasatiempo,
organizar una reunión, asistir a un entrenamiento.
De
forma consciente, debido al esfuerzo u obligación a realizar determinadas
cosas: terminar un informe a pesar del cansancio, estudiar una materia que no
gusta o presenta dificultades, recoger las cosas que están fuera de su lugar,
levantarse a pesar del sueño, etc. Todo esto representa un ejercicio de
voluntad, porque se llega a la decisión de actuar contando con los
inconvenientes.
La
voluntad es fundamental para el ser humano, pues le dota de capacidad para
llevar a cabo acciones contrarias a las tendencias inmediatas del momento. Sin
voluntad no se pueden lograr objetivos planeados. Es uno de los conceptos más
difíciles y debatidos de la filosofía, especialmente cuando los filósofos
investigan cuestiones como las que se refieren al libre albedrío.
Existe
la cuestión adicional de si puede simultáneamente observar lo que se desea
hacer y además tener conocimiento de las razones por las que se elige hacer eso
en lugar de otra cosa. Las interrogantes más profundas sobre la existencia
humana giran a menudo alrededor de las cuestiones sobre la voluntad.
El concepto de voluntad en la filosofía
El
racionalismo postergó el concepto de voluntad, que hasta Kant no vuelve a
cobrar prestigio. En la filosofía contemporánea se presenta como valor
fundamental como un apetito intelectual, o la capacidad de decisión propia a un
ser dotado de inteligencia y capaz de autodeterminarse a sí mismo desde las
ideas. La voluntad es la potencia del ser humano, que le mueve a hacer o no
hacer una cosa. La función de la voluntad es un aspecto de la llamada vida de
tendencia, o sea, de la aptitud general para reaccionar ante los estímulos
externos o internos, pero se diferencia de las demás actividades propias de la
vida de tendencia en que la voluntad involucra la representación intelectual
del objeto y es deliberada, si bien obra a base de hábitos, instintos, etc.
Platón
considera que las elecciones concretas de los hombres son responsabilidad de cada
uno, es decir, dependen de la propia voluntad. Por su parte, Aristóteles
distingue entre actos involuntarios (realizados por ignorancia o bajo una
fuerza externa que nos mueve sin que lo queramos) y voluntarios (escogidos con
conocimiento de causa y sin constricción exterior).
Arthur
Schopenhauer, en su obra más importante, el mundo como voluntad y
representación, entiende que la voluntad es la realidad última (la kantiana
«cosa en sí») subyacente al mundo de la percepción sensible (intuición
empírica).
Jean
Jacques Russeau utiliza el concepto de voluntad general en el contrato social.
Hasta entonces el bien común, interpretado por el gobernante, había sido la
guía de actuación en cualquier sistema político. Incluso en la monarquía
absoluta, la voluntad del rey era la ley, sólo sujeta al juicio de dios. La
voluntad general sigue siendo un concepto fundamental para entender la toma de
decisiones en democracia.
El
filósofo Joaquín trincado mateo en el libro conócete a ti mismo define a la
voluntad racional como causa única del universo y toda demostración de vida
llamándose esa voluntad racional, sencillamente, espíritu.
En
el antiguo oriente, se creía que la voluntad era la parte superior del hombre esta
parte practicada por el hombre es lo que nos acerca más a dios, por lo que
alcanzar este grado de espiritualidad no es sencillo. Implica que tenemos que
iniciarnos en el camino de la sabiduría o del autoconocimiento. Camino que es
abrupto e intenso, muy difícil de transitar, ya que el hombre que alcance a practicar
y desarrollar su voluntad , tiene que convertirse en un ser digno para hacerse
acreedor a tan alto atributo. Este es otro aspecto de la voluntad, que al
aplicarla nos debe conducir hacia lo positivo, a la luminosidad, a lo que sea
bueno para nuestro espíritu.
La voluntad y el deber
En
relación entre la voluntad y el deber, Kant propone un nivel: si hablamos de la
voluntad como algo absolutamente incondicionado (voluntad santa), entonces
estaríamos ante algo que es algo absolutamente bueno en sí y que, por tanto, no
tendría que actuar por deber para ser buena en sí, lo que sucede es que, en
la práctica, tal voluntad se encuentra situada en una realidad que está
condicionada lo que lleva a tal voluntad a tener que superar obstáculos
continuos. En este contexto, la voluntad es buena cuando actúa por deber. En
definitiva, la voluntad santa, es decir, la voluntad que actuaría al margen de inclinaciones y tendencias individuales, no es
buena en sí porque actúe por deber sino que obra por deber porque es buena. Esa
misma voluntad, situada en el mundo de las condiciones sensibles, podría
decirse que es buena cuando actúa por deber. Si se entiende esta diferencia, se
comprende porque Kant afirma, por un lado, que una voluntad que obra por deber
es buena, y, por otro, que una voluntad buena es la que obra por deber.
Dinámica de la voluntad
La
voluntad interviene cuando se realiza una serie de acciones para conseguir una
meta, con representaciones en la mente sobre algo particular, puede ser un
pensamiento abstracto, un elemento concreto, existente o incluso aparente, por
alguna razón este pensamiento se vuelve valioso y es cuando se transforma en un
fin que alcanzar, requiere un esfuerzo, consistencia, motivación y dedicación.
Para
mantener dirigido las acciones hacia el cumplimiento del objetivo.
CONCLUSIÓN
Muchas
discusiones sobre la mente provienen de explicaciones ancestrales y de los religiosos deseos de basar en ella nuestra
inmortalidad. De estos principios antiguos deriva la idea de que el alma en
nuestro caso, el pensamiento es algo sobrenatural. Combatir tales prejuicios y
los argumentos que los apuntalan constituye. Todavía una sana tarea de la
razón. Tampoco el campo materialista está libre de prejuicios. Estos
permeabilizan las Teorías clásicas de la identidad, el funcionalismo, el
monismo anómalo, la idea de superveniencia y otras, que no reconocen o devalúan
el papel de lo mental en cuanto mental. Bastantes de estos filósofos, que se
consideran materialistas, han estado limitados por el fisicalismo ingenuo, aun
cuando quieran combatirlo; así como por un concepto mecanicista de la “causa”,
atascado en la mecánica clásica.
Por
otro lado, muchos filósofos de tradición analítica tienen planteamientos meramente
formales, destacando a veces por su escaso conocimiento en neurología y
Psicología, es decir, sobre la mente natural. En muchas ocasiones no han
superado la metáfora del ordenador o confunden los estados mentales con sus
proposiciones lingüísticas. El creciente interés por los temas
relacionados con la mente y la renovación de muchos planteamientos filosóficos
han venido impulsados por los importantes avances de las neurociencias y por los horizontes que
va ampliando la tecnología en el dominio de “mentes” artificiales. Los filósofos
han vuelto su atención hacia notables Neurólogos, que se han atrevido a
adentrarse en terrenos antes reservados sólo a la especulación.
Asimismo,
tampoco podemos decir que la mente sea la función del cerebro, como el andar es
una función de las piernas o respirar es la función de los pulmones, tal como afirma
Bunge. Pues el cerebro tiene muchas funciones, y no solo la de producir los fenómenos
mentales que siempre han admirado y distinguido a los hombres; por ejemplo, la
de regir toda nuestra vida vegetativa. En todo caso, podemos decir que el pensar
es una función del cerebro a condición de que distingamos entre aquellas funciones
que se realizan sin producir nuevas entidades y las que se llevan a cabo produciendo otras entidades,
como el hígado produciendo la bilis. En este caso, diríamos que el cerebro o
las neuronas realizan una de sus funciones que es el pensar produciendo y
organizando un nuevo tipo de fenómenos, los mentales. Estos tienen unas
características que los diferencian de otros procesos cerebrales meramente.
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