miércoles, 15 de enero de 2014

FILOSOFÍA DE LA MENTE

INTRODUCCIÓN


La reflexión filosófica sobre la mente es tan antigua como la propia filosofía. Sin embargo, en las últimas décadas se han producido importantes avances en el estudio científico de la mente, la teoría matemática de la computación y sus aplicaciones, el desarrollo de la neurociencia y el auge de las ciencias cognitivas. A partir de la segunda mitad del siglo XX, el estudio filosófico de la mente y sus problemas se ha sistematizado e institucionalizado dando lugar a una disciplina la filosofía de la mente. En este ensayo trato de explicar la mayoría de posiciones y argumentos importantes en torno a este tema. La filosofía de la mente o filosofía cognitiva integra una serie de disciplinas científicas, con el fin de comprender cómo funciona la mente humana.
La filosofía de la mente trata al menos de responder a dos preguntas generales qué son los estados mentales que atribuimos a los seres humanos y qué relación existe entre los estados mentales de un ser humano y sus estados físicos, en particular sus estados cerebrales. Podría decirse que es la característica que define quienes somos. Es aquello en lo que pensamos cuando decimos “Yo soy”. Muchos afirmamos que sin ella no desearíamos seguir viviendo. Y por cierto nuestra existencia dejaría de tener sentido; es lo que llamamos mente. De todos los misterios de universo tal vez el más intrigante sea el que reside en el centro de nuestro propio ser, la mente. Explora la relación que existe entre el mundo físico y el mundo mental, entre la mente y el cerebro, y temas relacionados como la voluntad libre, el determinismo y la causalidad mental.
Buscan responder las preguntas básicas sobre la mente comenzando por su naturaleza esencial. Con esta denominación se suele hacer referencia a un nuevo rebrotar del interés por el tema de la mente y lo mental, nacido alrededor de los años setenta, en el ámbito norteamericano, subordinado al nacimiento de lo que se ha llamado Psicología Cognitivista, o Ciencias Cognitivas en general, y que retoma de otra manera el viejo tema de las relaciones alma-cuerpo que se remonta a los griegos y extendiendo con fuerza por Europa y el resto del mundo.
En general, la denominación Filosofía de la mente es el conjunto de reflexiones filosóficas acerca de la naturaleza de lo mental, la relación mente-cerebro, y una serie de temas filosóficos similares, como es el referido a la naturaleza del conocimiento mental, y como consecuencia la naturaleza de la realidad. Es decir, con motivo de la vuelta al interés por lo mental, las reflexiones han motivado un nuevo interés sobre la metafísica u ontología de la realidad, sobre la naturaleza del conocer y sobre el ser humano en general. Pero, en un sentido estricto, esta Filosofía de la mente hace referencia más bien a la propuesta funcionalista de lo mental.


DESARROLLO

LA FILOSOFÍA DE LA MENTE



La filosofía de la mente se ocupa de la naturaleza de los estados mentales, de sus efectos y sus causas. La cuestión del comportamiento de los estados mentales y físicos ocupa aquí un lugar central. Además de las cuestiones ontológicas acerca de la naturaleza de los estados mentales, la filosofía de la mente estudia cuestiones epistemológicas en torno a la cognoscibilidad de la mente.

Argumentos en favor del dualismo
¿Se basa el dualismo únicamente en el abismo intuitivo entre lo mental y lo material? ¿Existen argumentos concretos en favor del dualismo? El argumento más conocido es el desarrollado por René Descartes en las meditaciones. En resumen, es el siguiente: puedo imaginarme clara y distintamente que el espíritu exista sin la materia. Lo que uno puede imaginar clara y distintamente es al menos, por principio, posible. Así, pues, es al menos posible que el espíritu exista sin la materia. Si es posible que el espíritu exista sin la materia, espíritu y materia han de ser entidades diferentes. Puesto que espíritu y materia han de ser entidades diferentes, en consecuencia el dualismo es cierto.
Las premisas del argumento pueden ponerse en duda. ¿por qué, por ejemplo, habría de ser algo posible sólo porque puede imaginarse clara y distintamente? A pesar de problemas de este tipo, aún hoy en día se siguen defendiendo variantes del argumento cartesiano, por ejemplo, Saúl Kipke. Las posiciones dualistas se vuelven más plausibles por los problemas que plantea el materialismo que por sus propios argumentos positivos.
Los argumentos en favor del dualismo son básicamente de carácter epistemológico, aunque el dualismo encuentre también acogida por motivos morales o religiosos; en realidad, muchos ataques al dualismo pudieran estar inspirados más en esta clase de motivos que en los primeros.
El primer apoyo intuitivo al dualismo proviene del hecho de que tengamos alguna clase de acceso privilegiado a nuestra propia conciencia; así, por ejemplo, si por potente que fuese la tecnología empleada (estamos imaginando un experimento mental) no se pudiese conocer lo que pensamos cuando se examinase a fondo nuestro cerebro, habría que concluir que lo que llamamos nuestra conciencia no se encuentra enteramente en el mundo físico, por mucho que guarde obvias relaciones con él. El hecho de que podamos sentir un dolor, por ejemplo, sin que haya muestras físicas evidentes de ello, o el que podamos mentir, son ejemplos muy comunes de esa cualidad, ejemplos que impresionaban grandemente a un filósofo tan poco propicio al dualismo como Bertrand Russell. El argumento cartesiano que concluye con el "cogito, sum" se apoya en esta clase de razones, aunque culmina con una forma lógica en la que influye también una consideración de distinto tipo, a saber: el hecho de que si he de atender a mis razones he de ser un sujeto independiente de toda influencia externa para tener alguna credibilidad. Epicuro formuló de manera impresionante y concisa esta forma de argumentar: "el que dice que todo acontece por necesidad nada puede objetar al que niega que todo acontece por necesidad, pues esto mismo afirma que acontece por necesidad".
Los filósofos espiritualistas, especialmente Berkeley y Bergson han subrayado la importancia de esa clase de apoyos intuitivos para relativizar la importancia de la noción de materia. Entre los pensadores recientes, el físico Erwin Schrödinger ha insistido en la importancia de esta clase de cuestiones para relativizar la pretendida prioridad ontológica de la materia sobre la conciencia.



Otros dualismos
Existen también otras formas de dualismo, entre las que mencionaremos las cuatro más importantes.
Ø  Paralelismo psicofísico: el paralelismo fue desarrollado por Gottfried Wilhelm Leibniz. Las tesis centrales son:
a)    Espíritu y materia son dos sustancias diferentes.
b)    Dichas sustancias no interactúan entre sí.
c)    Sino que actúan en paralelo, pero de modo sincronizado.
De este modo se superarían los problemas del dualismo interaccionista, pues ya no habría que buscar un lugar en el cerebro donde se produjera la interacción. Sin embargo, este planteamiento arroja nuevas preguntas. Si quiero ir al frigorífico (proceso mental), normalmente voy al frigorífico (proceso físico). ¿Cómo puede ser que entre mente y materia no se produzcan efectos recíprocos? El paralelismo responde a esto que los sucesos mentales y materiales corren de forma paralela, al igual que relojes sincronizados. Intuitivamente, parecería una casualidad increíble que en todos los seres que experimentan fenómenos mentales la maquinaria física corriera exactamente de forma paralela a dichos fenómenos, pero Leibniz atribuyó la razón de ese paralelismo a la acción de dios.
Ø  Ocasionalismo: el ocasionalismo ha sido defendido, entre otros, por Nicolás Malebranche. La idea es la siguiente: cuando quiero hacer algo se está produciendo un suceso inmaterial en mi espíritu. Dios conoce ese hecho y hace que el cuerpo se ponga en movimiento.
Ø  Epifenomenalismo: el Epifenomenalismo entiende la conexión entre mente y materia como una relación de un solo sentido: la materia actúa sobre la mente inmaterial, pero no a la inversa. Sin embargo, el Epifenom
Ø  Enalismo plantea problemas similares a los del dualismo interaccionista. ¿en qué lugar se produce el efecto sobre la mente? ¿cómo se produce dicho efecto? Todavía hoy hay defensores del epifenomenalismo. Uno de ellos era, hasta hace poco, Frank Jackson.
Dualismo de propiedades: el dualismo de propiedades ha experimentado un renacimiento en los últimos años debido a un libro de David Chalmers. el dualismo de propiedades puede incluirse entre los dualismos sólo con ciertas reservas. Al contrario que los demás, con respecto a la sustancia es un monismo; es incluso compatible con la tesis de que todo se compone de pequeñas partículas físicas. Sostiene, no obstante, que hay propiedades no materiales. Chalmers califica a la propiedad de "ser experimentado de determinada manera" (los qualia) de propiedad no material. Sus reflexiones se apoyan en el concepto de superveniencia y en la lógica de las explicaciones reductivas.

Respuestas monistas al problema mente-cuerpo
El monismo, en contraposición al dualismo, afirma que sólo hay una substancia. Hoy en día casi todos los monismos son materialistas. Así, pues, afirman que la única substancia existente es la materia. No obstante, son posibles otras formulaciones: podría también afirmarse que no hay materia, sino sólo espíritu. Tal monismo idealista tiene pocos defensores en la actualidad. Una tercera posibilidad consiste en suponer una substancia que no es ni materia ni espíritu. Lo mental y lo físico serían propiedades de esa única substancia. Esta posición fue defendida por Baruch Spinoza y popularizada por Ernst Haeckel en el siglo XIX. Este monismo se asemeja al dualismo de propiedades. En lo que sigue nos ocuparemos únicamente de los monismos materialistas clásicos.

Descartes primer filósofo de la mente


Los origines de la filosofía de la mente pueden remontarse al filósofo francés René Descartes  (siglo XVII) quien se había propuesto  el ambicioso objetivo de describir la distinción fundamental entre el alma y el cuerpo humano. A través de su característico modo metódico, descartes cuestionó y eventualmente llego a dudar de todos los tipos de conocimiento, desde la información que nos dan los sentidos a las aparentes certezas de la matemática.
Llegó a preguntarse si era posible dudar de todo, incluso de su propia existencia. Finalmente arribó a la conclusión de que había algo de lo que no se podía dudar: “cogito ergo sum” (que en latín significa “pienso luego existo”).  Si bien no era posible conocer el mundo exterior con absoluta certeza, los contenidos de nuestra mente garantizaban nuestra existencia.
Descartes dice: “yo no soy esa reunión de miembros que se llama cuerpo humano. No soy un aire tenue y penetrante difundido por todos estos miembros. Pero  ¿Qué soy pues? Una cosa que piensa. ¿Que es una cosa que piensa? Es una cosa que duda, que concibe, que afirma, que niega, que quiere, que no quiere, que también imagina, y siente.”
La visión de descartes sobre la mente o la persona, el ser humano es que la persona está conformada por dos entidades: el cuerpo, y la mente, y según descartes la mente es algo radicalmente distinto al cuerpo, la mente es una sustancia no espacial e inmaterial, el cuerpo una sustancia física tridimensional y según descartes se relacionan en  la manera en que podemos conocernos: conocemos sobre nuestra mente por una especie de observación interna de la mecánica de esta cosa .
Al considerar el dualismo se presenta una alternativa obvia: el monismo. Si el dualismo dice que la mente y el cerebro son dos cosas muy diferentes, entonces el monismo sostiene que, en realidad, es una sola cosa. Hoy en día, la forma predominante del monismo es el materialismo.

Dualista sustancialista
Históricamente, hay dos posiciones básicas sobre la relación entre la mente y el cerebro: el dualismo y el materialismo. El dualismo es la posición de descartes: la mente es una entidad separada del cerebro  de una naturaleza muy diferente. Él pensaba que  la diferencia tenía que ver con el hecho  de que la mente es una sustancia no espacial no extensa y la esencia de la mente es pensante; el cerebro es una sustancia física extensa  con lo cual se trata de dos cosas totalmente diferentes .
Él tenía problemas para explicar cómo se relacionan entre si, cómo interactúan, esta visión  se adapta muy bien a la perspectiva religiosa ya que permite que la mente exista sin el cerebro persistiendo así después de la muerte.
Descartes era un dualista sustancialista porque creía que había dos tipos diferentes de sustancias  en el mundo: la extensa y la pensante (res extensa y res pensante). Para descartes yo puedo estar seguro de que pienso y, por lo tanto, de la realidad de mi propia existencia, pero ¿cómo puedo llegar a conocer la realidad de las otras mentes? Esto es lo que se denominó el problema de las otras mentes. Llevada al extremo la certeza de descartes sobre su propia existencia y su escepticismo sobre el conocimiento del mundo exterior podría llevarnos a la conclusión de que es imposible conocer algo acerca de las otras mentes y que, en realidad, lo único que realmente existe soy yo y mis estados mentales. Esto es lo que se conoce como solipsismo. El solipsismo no es una alternativa atractiva y los filósofos han buscado soluciones más satisfactorias para el problema de las otras mentes.

El segundo wittgenstein y el problema de las otras mentes.
En su prestigiosa obra investigaciones filosóficas el filósofo austríaco Ludwig Wittgenstein intentó desentrañar el problema de las otras mentes: él sostuvo que no existe un lenguaje privado en el que una palabra se refiera solo a un estado interno de un sujeto completamente incomprensible para otro.
En otras palabras, si una persona crece completamente aislada nunca desarrollará un lenguaje propio que le permita describir su vida mental. El lenguaje existe únicamente dentro de un contexto público, y una de sus funciones es tomar nuestras experiencias y hacerlas públicas para las otras mentes. Por lo tanto, el hecho de que seamos capaces de expresar la experiencia de nuestros estados mentales, determina en sí la existencia de las otras mentes.
Wittgenstein dice: “si uno se tiene que imaginar el dolor del otro según el modelo propio no es una cosa tan fácil. Porque por el dolor que siento me debo imaginar un dolor que no siento, es decir, que lo que debo hacer no es sencillamente hacer una transición en mi imaginación de un lugar de dolor a otro, como del dolor en la mano al dolor en el brazo. El sujeto del dolor es aquel que lo expresa”

El problema de la casualidad mental
¿Cómo interactúa la mente y el cuerpo?, ¿De qué manera el impulso de mover mi mano hacia un lado y hacia el otro se traduce en el acto de saludar?, ¿De qué manera una idea pasa a ser un invento?, ¿Influyen sobre el mundo exterior los contenidos de mi mente? ¿O es pura ilusión?
La pregunta tiene que ver con la causalidad: ¿De qué manera el pensamiento x puede causar la acción y?
El dualismo cartesiano afirma que hay dos órdenes de causalidad: el mental y el físico. Sin embargo, la ciencia moderna concibe al mundo como causalmente cerrado: todo lo que sucede tiene sólo una causa física.

Conductismo
El conductismo ha sido la corriente dominante en la filosofía de la mente durante la primera mitad del siglo XX. En la psicología surgió como reacción al problema de la introspección: cuando mediante la introspección alguien habla de su mundo mental interior, no hay manera (o no la había entonces) de comprobar la veracidad de sus declaraciones. Pero sin posibilidad de verificación, dicen los conductistas, no hay ciencia posible. ¿Cuál es la solución para la psicología? Debería renunciar a ocuparse de la vida íntima mental y la introspección y, en vez de eso, concentrarse en el comportamiento observable.
Paralelamente a estos desarrollos de la psicología fue surgiendo un conductismo filosófico. Este se caracteriza por un verificacionismo que considera carentes de sentido las declaraciones sobre la vida íntima mental que no pueden ser comprobadas. Sin embargo, ¿Qué son los estados mentales si no conforman una vida íntima mental de la que se pueda dar cuenta mediante la introspección? Los conductistas responden: los estados mentales son descripciones de la conducta o disposiciones.
El conductismo filosófico ha sufrido una decaída desde la última mitad del siglo veinte, coincidiendo con el ascenso del cognoscitivismo. Los cognoscitivistas rechazan el conductismo debido a varios problemas que consideran insostenibles. Por ejemplo, se puede pensar que el conductismo es contra-intuitivo al afirmar que cuando alguien habla de sus punzantes dolores de cabeza esté hablando de su conducta.

Teoría de la identidad


La teoría de la identidad, desarrollada por John Smart y Ullin t. Place, fue la reacción al fracaso del conductismo. Si los estados mentales son algo material, pero no conducta, habrá que suponer que son idénticos a los estados físicos internos. De esto se sigue inmediatamente que un estado mental m no es otra cosa que un estado cerebral. El estado mental "deseo de un café" no sería otra cosa que "la activación de determinadas neuronas de determinadas regiones cerebrales".
La teoría de la identidad experimentó un impulso debido a los avances de la neurociencia. Los actuales procedimientos de monitorización proporcionan nuevos conocimientos acerca del funcionamiento del cerebro.
Pese a una cierta plausibilidad inicial, la teoría de la identidad tiene que enfrentarse con al menos un serio problema, la realización múltiple, tal como la formuló Hilary Putnam. Parece claro que no sólo los seres humanos, sino también por ejemplo los anfibios, o los alienígenas si los hubiera, pueden padecer dolores. Pero parece improbable que todos los seres con los mismos dolores se encuentren en el mismo estado cerebral. Pero si no es ese el caso, entonces el dolor no puede ser idéntico a un determinado estado cerebral. De modo que la teoría de la identidad carece de fundamento empírico.
Incluso si sucediera que un determinado estado cerebral está ligado en cada caso con un único estado "mental" de la persona, esta correlación absoluta entre estado mental y estado cerebral no significaría necesariamente que ambos estados son de hecho uno y el mismo.
Otro problema de la teoría de la identidad radica en que, ciertamente, puede describir el "deseo de tomar un café" por medio de un determinado estado cerebral; sin embargo, la declaración acerca del estado cerebral sólo tiene significado si sabemos lo que significa sentir el deseo de tomar un café. Así pues, un lenguaje neurocientífico sobre los procesos mentales no puede prescindir del contenido semántico del lenguaje corriente, que expresa tanto los procesos mentales como el deseo de tomar un café, y no puede por tanto sustituirlo, como se pretende.
Pese a estos problemas, hoy en día se da un cierto renacimiento de la teoría de la identidad, debido sobre todo a Jaegwon Kim.

Funcionalismo
El funcionalismo fue desarrollado, entre otros por Hilary Putnam, como reacción a los problemas de la teoría de la identidad. La idea es la siguiente: si los seres con estados cerebrales diferentes pueden tener el mismo estado mental (con lo que la teoría de la identidad se revela falsa), ha de existir no obstante algo que los estados cerebrales tengan en común. La solución de los funcionalistas consiste en subsumir los distintos estados cerebrales bajo el mismo estado funcional. Los estados mentales serían entonces estados funcionales.
Pero ¿Qué son los estados funcionales? A menudo se explica utilizando el ejemplo de una sencilla máquina automática. Imaginemos una máquina expendedora que por cada moneda da una golosina. La máquina puede describirse por medio de sus diferentes estados. Ha de haber un estado en el que la máquina expulse la golosina sin pedir más monedas. Pero ha de haber también estados en los que la máquina pida una moneda de 50 o 20 céntimos más para expulsar algo. En clave de la teoría de autómatas, la máquina expendedora de golosinas puede describirse completamente de esta manera, por medio de estados funcionales abstractos. Lo fundamental del ejemplo está en que la descripción es válida con independencia de cómo esté hecha la máquina. La analogía es clara: los estados mentales son estados funcionales independientemente de los estados cerebrales concretos que los produzcan.

Materialismo no reductivo
Para muchos filósofos hay dos convicciones que van juntas:
El materialismo es cierto, los estados mentales han de ser estados materiales. Todas las propuestas reductivas concretas son insatisfactorias: los estados mentales no pueden reducirse a conductas, estados cerebrales o estados funcionales.
Esto nos lleva a la pregunta de si puede haber un materialismo no reductivo. El monismo anómalo de Donald Davidson es un intento de formular tal tipo de materialismo.
Esta idea se formula a menudo con el concepto de superveniencia: los estados mentales supervienen sobre los estados físicos, pero no son reducibles a ellos. "superveniencia" describe ahí una relación de dependencia: lo mental no puede cambiar sin que haya cambios físicos.
Entre otras alternativas al monismo reduccionista, también se encuentra el fisicalismo no reduccionista propuesto por Malcolm Jeeves, profesor de filosofía de la universidad de St. Andrews en escocia, y Warren Brown, profesor de psicología en el Fuller Theological Seminary en California. Para estos autores, su “fisicalismo” estriba en sostener que no es necesario postular para el alma o la mente una segunda entidad metafísica. Para esta postura, el alma o la mente están fisiológicamente expresadas o encarnadas en nuestra persona, pero no cabe una explicación exhaustiva de esta en virtud de un análisis exclusivamente biologicista. Su propuesta se encamina a reconciliar nuestros puntos de vista sobre cuerpo y alma –mente y cerebro– considerándolos en el conjunto de la persona. “nosotros somos almas, no tenemos almas”, señalan como una frase que pretende resumir acertadamente su pensamiento.

Materialismo eliminativo
Si se es materialista, se considera que los esfuerzos reductivos han fracasado y que un materialismo no reductivo es incoherente, puede recurrirse a una última opción y afirmar: "no hay estados mentales".8 pero ¿no es esto completamente absurdo? Los materialistas eliminativos afirman que los estados mentales han sido introducidos por nuestra psicología popular. Si ahora, con los avances científicos, la psicología popular se revela falsa, también habremos de acabar con las entidades por ella postuladas. En este punto, eliminativistas como por ejemplo patricia y Paul Churchland a menudo señalan el destino de otras teorías falsas a lo largo de la historia. Por ejemplo, la brujería se ha mostrado falsa. La consecuencia es la aceptación de la no existencia de brujas.
La visión del mundo según la cual todo es materia siguiendo leyes físicas, y en la que el cerebro es la única realidad existente en los mal denominados "fenómenos mentales", es criticada usualmente por partidarios de una visión mentalista o dualista, incluyendo casos de emergentistas que piensan que la mente es algo que "emerge" y se separa ontológicamente del cuerpo. Estas críticas apelan a la realidad de los "qualia" y la consciencia dado que son directamente percibidos. Martín López Corredoira, desde una posición materialista, sale al paso de esos argumentos: tales percepciones son una pura ilusión, una fantasía, sueños sobre algo irreal.

Crítica de la filosofía del lenguaje al problema mente-cuerpo
Todo intento de resolver el problema mente-cuerpo se topa con serios problemas, en particular problemas conceptuales. Cabe por tanto la posibilidad de rechazar el problema mente-cuerpo como un falso problema. Esta posición es defendida hoy en día en particular por la filosofía analítica, siguiendo a Ludwig Wittgenstein. Los defensores de esta posición explican que es un error preguntarse cómo se ajustan los estados mentales y los biológicos. Más bien debería aceptarse que los seres humanos pueden describirse de formas diversas: por ejemplo, en términos mentales o biológicos. A juicio de la tradición Wittgensteniana los falsos problemas surgen cuando se intenta reducir una forma de descripción a otra, o también cuando se emplea el vocabulario mental en el contexto equivocado. Este es por ejemplo el caso cuando se buscan estados mentales en el cerebro. El cerebro es, sencillamente, el contexto equivocado para la utilización del vocabulario mental. La búsqueda de estados mentales en el cerebro es, por tanto, un error categorial o una pura confusión de conceptos.
En la actualidad esta posición es defendida por intérpretes de Wittgenstein, como Peter Hacker. También Hilary Putnam, el iniciador del funcionalismo, sostiene que el problema mente-cuerpo es un falso problema que se disuelve acudiendo a Wittgenstein.

El naturalismo y sus problemas
La tesis del materialismo es que la mente es algo material. El problema fundamental de esta posición es que la mente tiene propiedades que ningún objeto material posee. El materialismo debe por tanto explicar cómo puede ser que a un objeto material le correspondan, no obstante, esas propiedades. A menudo se denomina al proyecto de acometer esta explicación "naturalización de la mente". ¿Cuáles son las propiedades críticas? Las más conocidas son las dos siguientes:

Qualia


Muchos estados mentales tienen la propiedad de ser experimentados de maneras diversas. Lo esencial del estado mental dolor es, evidentemente, que hace daño. Pero ¿De dónde viene esa experiencia (los qualia)? En un estado neuronal o funcional nada indica que vaya acompañado de una experiencia de dolor. A menudo el argumento se formula también como sigue: los acontecimientos cerebrales no pueden (aún) explicar, por qué se dan acompañados de las vivencias correspondientes. ¿Por qué muchos procesos cerebrales tienen lugar con un destello en la conciencia? No parece posible explicarlo.
Parece, no obstante, que las ciencias deberían explicar esas vivencias. Esto se deduce de la lógica de las explicaciones reductivas. Si pretendo explicar reductivamente un fenómeno, he de explicar también por qué tiene el fenómeno todas las propiedades que tiene. En el caso de los estados mentales eso significa que habría de explicarse por qué tienen la propiedad de ser experimentados de determinada manera.
Los qualia (singular: quale, en latín y español) son las cualidades subjetivas de las experiencias individuales. Por ejemplo, la rojez de lo rojo, o lo doloroso del dolor.
Los qualia simbolizan el vacío explicativo que existe entre las cualidades subjetivas de nuestra percepción y el sistema físico que llamamos cerebro. Las propiedades de las experiencias sensoriales son, por definición, epistemológicamente no cogniscibles en la ausencia de la experiencia directa de ellas; como resultado, son también incomunicables. La existencia o ausencia de estas propiedades es un tema calurosamente debatido en la filosofía de la mente contemporánea.
Los qualia han desempeñado un papel importante en la filosofía de la mente, principalmente porque son vistos como una refutación de facto del fisicalismo. Hay un debate sobre la precisa definición de los qualia dado que varios filósofos enfatizan o niegan la existencia de ciertas propiedades.
Por su parte, Daniel Dennett identifica cuatro propiedades que son comúnmente adscritas a los qualia, esto es, los qualia son:
  • Inefables; esto es, no pueden ser comunicados o aprendidos por otros medios diferentes a la experiencia directa.
  • Intrínsecos; esto es, son propiedades no relacionales, que no cambian dependiendo de la relación de la experiencia con otras cosas.
  • Privados; esto es, todas las comparaciones interpersonales de los qualia son sistemáticamente imposibles.
Directamente o inmediatamente aprehensibles en la conciencia esto es, la experiencia de un quale es saber que uno experimenta un quale, y saber todo ello es saber acerca del quale.
Es importante notar que el quale no tiene el estatus de las propiedades observadas, las cuáles existen seguramente, pero podrían ser erróneas. En su lugar el concepto de qualia es el primero y el más dependiente de su propia definición, y la existencia de los qualia es predicada sobre la existencia de las propiedades que llenan su definición. Así si fuéramos a descubrir que existe una de tales propiedades como "qué es tener cierta experiencia" pero esta propiedad fuera conocible por otros, no sería un quale.

Intencionalidad
La intencionalidad describe la capacidad de los estados mentales de estar dirigidos hacia o encontrarse en relación con algo, lo que hace también que puedan asignárseles valores de verdad. Esto significa que las ideas pueden ser verdaderas o falsas. En principio esto puede no tener nada de extraño; sin embargo, cuando se pretende reducir las ideas a procesos naturales surge un problema: los procesos naturales no son verdaderos o falsos, simplemente suceden. No tendría sentido decir que un proceso natural es verdadero o falso. Pero las ideas o los juicios mentales son verdaderos o falsos, ¿Cómo pueden entonces las ideas ser procesos naturales?
La posibilidad de asignar a las ideas valores de verdad se debe a que las ideas apuntan a hechos. Así, por ejemplo, la idea de que Heródoto fue historiador se refiere a Heródoto y al hecho de que fue historiador. Si se da el hecho, la idea es verdadera; de lo contrario, es falsa. Pero ¿de dónde procede esta relación? En el cerebro se producen únicamente procesos electroquímicos y estos parecen no tener nada que ver con Heródoto.

La filosofía de la mente y las ciencias de la naturaleza
Los humanos son seres corporales y, como tales, pueden ser descritos por las ciencias naturales. Puesto que los procesos mentales no son independientes de los procesos corporales, la descripción que las ciencias de la naturaleza hacen de los humanos jueguen un importante papel en la filosofía de la mente. Aquí son relevantes todas las disciplinas que describen procesos relacionados con lo mental. En consecuencia, la lista de las ciencias relevantes es larga: biología, informática, ciencia cognitiva, cibernética, lingüística, medicina, farmacología, psicología, etc.
El trasfondo teórico de la biología, como sucede en las ciencias naturales modernas en general, tiene un planteamiento materialista. Objeto de estudio son en primer lugar los procesos físicos, que son contemplados como fundamento de la actividad mental y de la conducta. El éxito creciente de la biología en la explicación de los fenómenos mentales se entiende sobre todo por la ausencia de refutación del supuesto fundamental: no hay "ningún cambio de los estados mentales de una persona sin un cambio en su cerebro".
Dentro de la neurobiología hay diversas disciplinas que se ocupan de la relación entre los procesos mentales y los físicos:
  • La fisiología sensorial investiga la relación entre los procesos de percepción y estimulación.
  • La neurociencia cognitiva correlaciona los procesos mentales con los procesos neuronales.
  • La neuropsicología describe la dependencia de las facultades mentales respecto de regiones cerebrales concretas.
Por último, la biología, mediante su planteamiento evolucionista, muestra que el sistema nervioso humano, en cuanto base de la mente, se ha ido desarrollando tanto ontogenética como filogenéticamente a partir de estadios previos más simples.
El progreso metodológico de las neurociencias, en particular la introducción de los procedimientos de monitorización, condujo en años pasados de manera creciente a la elaboración de ambiciosos programas de investigación: en la agenda se encuentra el descubrimiento y comprensión de los procesos neuronales correspondientes a las funciones mentales. Unos pocos neurobiólogos, como Emil Du Bois-Reymond y John Eccles han negado la posibilidad de una "reducción" de los fenómenos mentales a procesos cerebrales, en parte por razones religiosas. Hoy en día, el neurobiólogo y filósofo Gerhard Roth defiende una forma del, así denominado por él, "materialismo no reductivo".

Informática



La informática se ocupa del procesamiento automático de informaciones (o al menos de sistemas físicos de símbolos a los que se asigna información), tal como hacen las computadoras. Desde su comienzo, las computadoras han sido capaces de desarrollar acciones para las que una persona necesita su mente. Un ejemplo es la multiplicación. Pero está claro que las computadoras no utilizan una mente para multiplicar. ¿Podrían, no obstante, llegar algún día a tener una mente? Esta pregunta ha experimentado un enorme impulso con las investigaciones en el campo de la inteligencia artificial.
En la IA (inteligencia artificial) hay que distinguir entre un programa de investigación modesto y otro más ambicioso: es la distinción de John Searle entre la IA débil y la fuerte. La IA débil tiene por único objetivo simular estados mentales, sin pretender por ello que las computadoras tengan realmente conciencia, etc. El objetivo de la ia fuerte, por el contrario, es una computadora con conciencia. La ia fuerte se remonta al pionero de la computación Alan Turing. Como respuesta a la pregunta "¿Pueden pensar las computadoras?" él formuló el célebre test de Turing. Turing pensaba que una computadora podría pensar cuando en un "chat" fuera indistinguible de una persona. El test de Turing ha recibido muchas críticas, entre otros de John Searle, con su experimento mental de la "habitación china". Por lo demás, queda aún sin respuesta la pregunta acerca de una posible sensibilidad (qualia) de las computadoras o robots. En este punto la mayoría de los informáticos son poco optimistas.
Algunos científicos del campo de la informática creen en la actualidad que su especialidad puede aportar una nueva contribución al problema mente-cuerpo. Suponen que a partir de la acción recíproca entre software y hardware, que se produce en toda computadora, es posible que algún día se puedan descubrir teorías que nos ayuden a comprender la acción recíproca entre la mente humana y el cerebro.

Psicología



La psicología es la ciencia que investiga directamente la conducta y los procesos mentales. Investiga en concreto estados mentales como la alegría, el temor o las obsesiones. La psicología investiga ahí las leyes que ligan los estados mentales entre sí o con el input y output de las personas.
Ejemplos de esto nos los proporciona, por ejemplo, la psicología de la percepción. Esta ha descubierto principios generales de la percepción de las formas. Una ley de la psicología de la forma dice: los objetos que se mueven en el mismo sentido se perciben como relacionados entre sí. Esta ley describe una relación entre el input visual y los estados perceptivos mentales. No obstante, esto no dice aún nada acerca de la naturaleza de los estados perceptivos. Las leyes descubiertas por la psicología son compatibles con todas las respuestas al problema mente-cuerpo ya descritas.

Consecuencias de la filosofía de la mente
Hay incontables temas que se ven afectados por los resultados de la filosofía de la mente. Claros ejemplos de ello son la naturaleza de la muerte y su carácter definitivo, la naturaleza de las emociones, de la percepción y de la memoria. También la cuestión acerca de qué es una persona y en qué consiste su identidad tiene mucho que ver con la filosofía de la mente. Hay dos temas que, en conexión con la filosofía de la mente, han despertado especial atención: la libertad y el yo.

Libertad
En el contexto de la filosofía de la mente la cuestión acerca de la libertad de la voluntad se plantea con renovada intensidad. Esto es así al menos para materialistas y deterministas. Según ellos, las leyes naturales determinan por completo el curso que sigue el mundo material. Los estados mentales –también por tanto la voluntad humana– serían, en virtud de ello, estados materiales. De modo que la voluntad y el actuar estarían completamente determinados por las leyes naturales. Algunos llevan la argumentación un poco más lejos: las personas no pueden determinar por sí mismas lo que quieren y hacen. En consecuencia, no son libres.
Esta argumentación es rechazada, por una parte, por los compatibilistas. Estos señalan que la pregunta "¿somos libres?" sólo puede responderse una vez se ha concretado qué se quiere decir con "libre". Y, así sigue su argumentación, no se debería identificar libertad con indeterminación. Con libertad debería significarse más bien el querer y actuar según el mejor saber y entender. En este sentido la persona puede también ser libre aun cuando el determinismo sea cierto. El compatibilista más conocido de la historia de la filosofía fue David Humé. Hoy en día esa posición es defendida, por ejemplo, por Daniel Dennett.
Immanuel Kant rechazó el determinismo de la voluntad y defendió el libre albedrío. No obstante, hay también incompatibilistas que opinan que la voluntad de las personas es libre. Estos filósofos afirman que el curso del mundo no está completamente determinado por las leyes naturales: al menos la voluntad no ha de estarlo y, por tanto, es potencialmente libre. El incompatibilistas más conocido de la historia de la filosofía fue Immanuel Kant. Los críticos con esta posición acusan al incompatibilismo de emplear un concepto de libertad incoherente. Argumentan de la siguiente manera: si nuestra voluntad no está determinada por nada, entonces queremos lo que queremos por pura casualidad. Y si lo que queremos es puramente casual, no somos libres. De manera que si nuestra voluntad no está determinada por nada, no somos libres.

Yo


Por lo demás, la mente ha tenido importantes consecuencias para el concepto de yo. Si por "yo" se entiende el núcleo esencial inmutable de una persona, la mayoría de los filósofos de la mente afirmarán que no existe tal cosa. La idea de un yo como núcleo esencial inmutable surge de la idea platónica de un alma inmaterial "invisible" pero que se halla dentro de nosotros y de todos los seres vivos del planeta, ya sea animales o plantas. Tal idea es inaceptable para la mayoría de los filósofos actuales, debido a sus presupuestos materialistas. No obstante, a la luz de los resultados empíricos de la psicología del desarrollo, la biología del desarrollo y la neurociencia, tampoco la idea de un núcleo esencial material constante –plasmado, por ejemplo, en un área invariable del cerebro– parece plausible.
En vista de este problema, algunos filósofos afirman que deberíamos dejar de hablar de un yo. De todos modos esta es una posición minoritaria; más extendida está la opinión siguiente: por "yo" no debería entenderse un núcleo esencial inmutable, sino algo que se encuentra en permanente cambio. Un conocido defensor de esta postura es Daniel Dennett.

Cuarto de Mary
El cuarto de Mary, también conocido como Mary la súper-científica, es un experimento mental propuesto por Frank Jackson en su artículo epiphenomenal qualia de 1982, y extendido en What Mary didn't know, de 1986. El experimento tiene la intención de motivar lo que Jackson denominó el argumento del conocimiento contra el fisicalismo.
El debate que surgió a partir de su publicación ha dado lugar a una antología titulada There's something about Mary, publicada en el año 2004, y que incluye respuestas de filósofos como Daniel Dennett, David Lewis y Paul Churchland.

El experimento mental
El pasaje donde Jackson introdujo el experimento mental dice:
Mary es una científica brillante que está, por alguna razón, forzada a investigar el mundo desde un cuarto blanco y negro a través del monitor de una televisión en blanco y negro. Se especializa en la neurofisiología de la visión y adquiere, supongamos, toda la información física que hay para obtener acerca de lo que sucede cuando vemos tomates maduros, o el cielo, y usa términos como "rojo", "azul", etc. Ella descubre, por ejemplo, justo qué combinación de ondas del cielo estimulan la retina, y exactamente cómo esto produce a través del sistema nervioso la contracción de las cuerdas vocales y la expulsión de aire de los pulmones que resulta en la pronunciación de la oración "el cielo es azul". ¿Qué sucederá cuando Mary sea liberada de su cuarto blanco y negro o se le dé una televisión con monitor en color? ¿Aprenderá algo o no? Parece obvio que aprenderá algo acerca del mundo y nuestra experiencia visual de él. Pero entonces es innegable que su conocimiento previo era incompleto. Pero tenía toda la información física. Ergo hay algo más a tener que eso, y el fisicalismo es falso.
En otras palabras, Mary es una científica que tiene toda la información física acerca de los colores, pero nunca ha experimentado los colores. La pregunta es: una vez que experimente los colores, ¿aprenderá algo nuevo? Si la respuesta es sí, entonces significa que la información física no es todo lo que hay para saber acerca del mundo, y por lo tanto el fisicalismo es falso. El argumento puede reconstruirse así:
a)    Mary tiene toda la información física acerca de la visión humana del color antes de ser liberada.
b)    Pero existe alguna información acerca de la visión humana del color que Mary no posee antes de ser liberada.
c)    Por lo tanto, no toda la información acerca de la visión humana del color es física.

Daniel Dennett
Daniel Dennett argumenta que de hecho, Mary no aprendería nada nuevo cuando saliera del cuarto en blanco y negro y viera el color rojo. Dennett afirma que si ella realmente supiera "todo acerca de los colores", ese conocimiento necesariamente incluiría una comprensión profunda de por qué y cómo la neurología humana nos hace sentir los "qualia" de los colores. Por lo tanto, Mary ya sabría exactamente qué esperar del color rojo, aun antes de salir del cuarto. Dennett argumenta que aunque no podamos concebir un conocimiento tan profundo, si la premisa irreal del experimento mental es que Mary sabe todo lo que hay para saber acerca de los colores, no podemos asumir que porque no podamos concebir o describir tal conocimiento, ese conocimiento sea imposible. En consecuencia, Dennett concluye que el experimento no provee un argumento sólido en favor de la existencia de los qualia.

Conciencia


La conciencia (del latín conscientia 'conocimiento compartido', pero diferente de consciencia, ser conscientes de ello) se define en general como el conocimiento que un ser tiene de sí mismo y de su entorno1, pero también se refiere a la moral o bien a la recepción normal de los estímulos del interior y el exterior. Conscientĭa significa, literalmente, «con conocimiento» (del latín cum scientĭa).

Conciencia en humanos
En la especie homo sapiens, la conciencia implica varios procesos cognitivos interrelacionados. Se traduce del griego synéisis, de syn -'con'- y éisis -'conocimiento'-, de modo que significa co-conocimiento, o conocimiento con uno mismo. Conciencia se refiere al saber de sí mismo, al conocimiento que el espíritu humano tiene de su propia existencia, estados o actos. Conciencia se aplica a lo ético, a los juicios sobre el bien y el mal de nuestras acciones. Una persona cloroformizada recobra la conciencia al cesar los efectos del anestésico. Una persona "de conciencia recta" no comete actos socialmente reprobables.
La conciencia en psiquiatría puede también definirse como el estado cognitivo no abstracto que permite la interactuación, interpretación y asociación con los estímulos externos, denominados realidad. La conciencia requiere del uso de los sentidos como medio de conectividad entre los estímulos externos y sus asociaciones.
Los humanos adultos sanos tienen conciencia sensitiva y conciencia abstracta, aunque también el pensamiento abstracto se presentaría en otras especies animales, hasta un punto que debe clarificarse, no así los filósofos como Aristóteles que afirman y demuestran que el ser humano es un animal pero racional a diferencia de los demás, así es como comprobaron que algunas especies animales tiene una conciencia rudimentaria de sí mismos.

Conciencia en animales no humanos
El 7 de julio de 2012, científicos prominentes de diferentes ramas de las neurociencias se dieron cita en la Universidad de Cambridge para celebrar la Francis Crick Memorial Conference, la cual trató sobre conciencia en animales humanos y no humanos. Al finalizar las conferencias se firmó, en presencia de Stephen Hawking, la "Cambridge Declaration on Consciousness” (declaración de Cambridge sobre la conciencia, la cual resumió los hallazgos más importantes de la investigación allí expuesta y discutida:
"Decidimos llegar a un consenso y hacer una declaración para el público que no es científico. Es obvio para todos en este salón que los animales tienen conciencia, pero no es obvio para el resto del mundo. No es obvio para el resto del mundo occidental ni el lejano oriente. No es algo obvio para la sociedad."

Conciencia e inteligencia artificial
Existen dudas sobre la naturaleza de la conciencia, y no se sabe con seguridad si la conciencia como fenómeno cognitivo es sólo el resultado de la complejidad computacional o un fenómeno emergente de la materia. Roger Penrose se ha ocupado del problema de la realidad física de la inteligencia y ha analizado diversas pretensiones teóricas por parte de la inteligencia artificial de simular o construir artefactos que posean algún tipo de conciencia. Penrose clasifica las posturas actuales ante la cuestión de si la conciencia es o no computable algorítmicamente:
    1. Todo pensamiento es un proceso de computación, es decir, en particular la percepción de uno mismo y la autoconciencia son procesos emergentes que son resultado directo de la computación o algoritmo adecuados.
    2. La conciencia es una consecuencia del tipo de acción física que ocurre en el cerebro, y aunque cualquier acción física puede simularse apropiada a través de medios computacionales, el hecho de que se lleve a cabo un proceso de simulación computacional del cerebro no comportaría, por sí mismo, la aparición auténtica de la autoconciencia.
    3. La realización de cierta actividad física en el cerebro es lo que lleva a la aparición de la autoconciencia en el ser humano; sin embargo, aunque puede ser reproducida artificialmente, dicha acción no puede simularse algorítmicamente.
    4. La conciencia de tipo humano no puede entenderse propiamente en términos físicos, computacionales o científicos de otro tipo.
El punto de vista d claramente niega la posibilidad de comprensión científica de la conciencia. Muchos investigadores del campo de la inteligencia artificial, en particular los más optimistas sobre sus logros, se adhieren a la postura a. John Searle sería más bien un partidario de la postura b, y el propio Penrose ha argumentado fuertemente en su trabajo por la postura c, relacionándola con varios otros problemas abiertos de la física como la teoría cuántica de la gravedad.

Voluntad
Voluntad es la facultad de decidir y ordenar la propia conducta. Propiedad que se expresa de forma consciente en el ser humano y en otros animales para realizar algo con intención con un resultado.

Marco introductorio
La palabra voluntad proviene del latín voluntas-voluntatis (verbo: volo=poder y sufijo tas,tatis= -dad, -idad en castellano) y consiste en la capacidad de los seres humanos y de otros animales que les mueve a hacer cosas de manera intencionada. Es la facultad que permite al ser humano gobernar sus actos, decidir con libertad y optar por un tipo de conducta determinado. La voluntad es el poder de elección con ayuda de la conciencia.
El actuar humano está orientado por todo aquello que aparece como la mejor opción, desde las actividades recreativas hasta el empeño por mejorar en el trabajo, sacar adelante a la familia o ser productivos y eficientes. La voluntad opera principalmente en dos sentidos:
De manera espontánea, debido a la motivación y convencimiento de realizar ese algo, como salir a pasear con alguien, iniciar una afición o pasatiempo, organizar una reunión, asistir a un entrenamiento.
De forma consciente, debido al esfuerzo u obligación a realizar determinadas cosas: terminar un informe a pesar del cansancio, estudiar una materia que no gusta o presenta dificultades, recoger las cosas que están fuera de su lugar, levantarse a pesar del sueño, etc. Todo esto representa un ejercicio de voluntad, porque se llega a la decisión de actuar contando con los inconvenientes.
La voluntad es fundamental para el ser humano, pues le dota de capacidad para llevar a cabo acciones contrarias a las tendencias inmediatas del momento. Sin voluntad no se pueden lograr objetivos planeados. Es uno de los conceptos más difíciles y debatidos de la filosofía, especialmente cuando los filósofos investigan cuestiones como las que se refieren al libre albedrío.
Existe la cuestión adicional de si puede simultáneamente observar lo que se desea hacer y además tener conocimiento de las razones por las que se elige hacer eso en lugar de otra cosa. Las interrogantes más profundas sobre la existencia humana giran a menudo alrededor de las cuestiones sobre la voluntad.

El concepto de voluntad en la filosofía
El racionalismo postergó el concepto de voluntad, que hasta Kant no vuelve a cobrar prestigio. En la filosofía contemporánea se presenta como valor fundamental como un apetito intelectual, o la capacidad de decisión propia a un ser dotado de inteligencia y capaz de autodeterminarse a sí mismo desde las ideas. La voluntad es la potencia del ser humano, que le mueve a hacer o no hacer una cosa. La función de la voluntad es un aspecto de la llamada vida de tendencia, o sea, de la aptitud general para reaccionar ante los estímulos externos o internos, pero se diferencia de las demás actividades propias de la vida de tendencia en que la voluntad involucra la representación intelectual del objeto y es deliberada, si bien obra a base de hábitos, instintos, etc.
Platón considera que las elecciones concretas de los hombres son responsabilidad de cada uno, es decir, dependen de la propia voluntad. Por su parte, Aristóteles distingue entre actos involuntarios (realizados por ignorancia o bajo una fuerza externa que nos mueve sin que lo queramos) y voluntarios (escogidos con conocimiento de causa y sin constricción exterior).
Arthur Schopenhauer, en su obra más importante, el mundo como voluntad y representación, entiende que la voluntad es la realidad última (la kantiana «cosa en sí») subyacente al mundo de la percepción sensible (intuición empírica).
Jean Jacques Russeau utiliza el concepto de voluntad general en el contrato social. Hasta entonces el bien común, interpretado por el gobernante, había sido la guía de actuación en cualquier sistema político. Incluso en la monarquía absoluta, la voluntad del rey era la ley, sólo sujeta al juicio de dios. La voluntad general sigue siendo un concepto fundamental para entender la toma de decisiones en democracia.
El filósofo Joaquín trincado mateo en el libro conócete a ti mismo define a la voluntad racional como causa única del universo y toda demostración de vida llamándose esa voluntad racional, sencillamente, espíritu.
En el antiguo oriente, se creía que la voluntad era la parte superior del hombre esta parte practicada por el hombre es lo que nos acerca más a dios, por lo que alcanzar este grado de espiritualidad no es sencillo. Implica que tenemos que iniciarnos en el camino de la sabiduría o del autoconocimiento. Camino que es abrupto e intenso, muy difícil de transitar, ya que el hombre que alcance a practicar y desarrollar su voluntad , tiene que convertirse en un ser digno para hacerse acreedor a tan alto atributo. Este es otro aspecto de la voluntad, que al aplicarla nos debe conducir hacia lo positivo, a la luminosidad, a lo que sea bueno para nuestro espíritu.

La voluntad y el deber
En relación entre la voluntad y el deber, Kant propone un nivel: si hablamos de la voluntad como algo absolutamente incondicionado (voluntad santa), entonces estaríamos ante algo que es algo absolutamente bueno en sí y que, por tanto, no tendría que actuar por deber para ser buena en sí, lo que sucede es que, en la práctica, tal voluntad se encuentra situada en una realidad que está condicionada lo que lleva a tal voluntad a tener que superar obstáculos continuos. En este contexto, la voluntad es buena cuando actúa por deber. En definitiva, la voluntad santa, es decir, la voluntad que actuaría al margen de  inclinaciones y tendencias individuales, no es buena en sí porque actúe por deber sino que obra por deber porque es buena. Esa misma voluntad, situada en el mundo de las condiciones sensibles, podría decirse que es buena cuando actúa por deber. Si se entiende esta diferencia, se comprende porque Kant afirma, por un lado, que una voluntad que obra por deber es buena, y, por otro, que una voluntad buena es la que obra por deber.

Dinámica de la voluntad
La voluntad interviene cuando se realiza una serie de acciones para conseguir una meta, con representaciones en la mente sobre algo particular, puede ser un pensamiento abstracto, un elemento concreto, existente o incluso aparente, por alguna razón este pensamiento se vuelve valioso y es cuando se transforma en un fin que alcanzar, requiere un esfuerzo, consistencia, motivación y dedicación.
Para mantener dirigido las acciones hacia el cumplimiento del objetivo.

CONCLUSIÓN


Muchas discusiones sobre la mente provienen de explicaciones ancestrales y de  los religiosos deseos de basar en ella nuestra inmortalidad. De estos principios antiguos deriva la idea de que el alma en nuestro caso, el pensamiento es algo sobrenatural. Combatir tales prejuicios y los argumentos que los apuntalan constituye. Todavía una sana tarea de la razón. Tampoco el campo materialista está libre de prejuicios. Estos permeabilizan las Teorías clásicas de la identidad, el funcionalismo, el monismo anómalo, la idea de superveniencia y otras, que no reconocen o devalúan el papel de lo mental en cuanto mental. Bastantes de estos filósofos, que se consideran materialistas, han estado limitados por el fisicalismo ingenuo, aun cuando quieran combatirlo; así como por un concepto mecanicista de la “causa”, atascado en la mecánica clásica.
Por otro lado, muchos filósofos de tradición analítica tienen planteamientos meramente formales, destacando a veces por su escaso conocimiento en neurología y Psicología, es decir, sobre la mente natural. En muchas ocasiones no han superado la metáfora del ordenador o confunden los estados mentales con sus proposiciones  lingüísticas.  El creciente interés por los temas relacionados con la mente y la renovación de muchos planteamientos filosóficos han venido impulsados por los importantes avances  de las neurociencias y por los horizontes que va ampliando la tecnología en el dominio de “mentes” artificiales. Los filósofos han vuelto su atención hacia notables Neurólogos, que se han atrevido a adentrarse en terrenos antes reservados sólo a la  especulación.

Asimismo, tampoco podemos decir que la mente sea la función del cerebro, como el andar es una función de las piernas o respirar es la función de los pulmones, tal como afirma Bunge. Pues el cerebro tiene muchas funciones, y no solo la de producir los fenómenos mentales que siempre han admirado y distinguido a los hombres; por ejemplo, la de regir toda nuestra vida vegetativa. En todo caso, podemos decir que el pensar es una función del cerebro a condición de que distingamos entre aquellas funciones que se realizan sin producir nuevas entidades y las que se  llevan a cabo produciendo otras entidades, como el hígado produciendo la bilis. En este caso, diríamos que el cerebro o las neuronas realizan una de sus funciones que es el pensar produciendo y organizando un nuevo tipo de fenómenos, los mentales. Estos tienen unas características que los diferencian de otros procesos cerebrales meramente.

1 comentario:

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